Empecemos haciendo un poco de historia. Glenn Mazzara ha durado en el cargo de showrunner de The Walking Dead tan sólo un año y medio. Era el segundo de abordo y cogió las riendas de las serie en un momento muy complicado, tras el fulminante despido a mitad de rodaje de la segunda temporada de Frank Darabont, que además de ser el primer showrunner de la serie, era el principal responsable de que el cómic diese el salto a la televisión.
En aquel momento, la noticia nos dejó a la mayoría en shock, pero tras ver unos cuantos episodios de la aburridísima primera parte de la segunda temporada, entendimos que, independientemente de cuál fuese la razón real del despido nada amistoso de Darabont, lo que estaba claro es que la serie necesitaba un cambio de rumbo con urgencia.
Pese a las reticencias inicialies de casi todos (y aquí me incluyo a mí misma), Glenn Mazzara no sólo consiguió redirigir la serie sino que, además, preparó el camino para la, por ahora, excelente tercera temporada. Y justo cuando la serie se ha convertido en lo que tendría que haber sido siempre Mazzara anuncia que se va. Extraño ¿no?
Las razones oficiales son las de siempre, las manidas diferencias creativas. Por lo visto no se ponían de acuerdo en el camino que debe llevar la serie a partir de la cuarta temporada así que ambas partes decidieron, al parecer amistosamente, poner fin a su relación laboral al finalizar la post-producción de los episodios que le quedan a la tercera.
Haremos como que nos creemos lo que nos dicen, que todo ha sido muy amistoso, pero no deja de ser preocupante el trato que AMC da últimamente a los responsables creativos de sus series, sobre todo teniendo cuenta que, hasta ahora, se la tenía como una cadena con series de autor. Y si creéis que estoy exagerando, volvamos a hacer un poco de historia.
Para empezar, cabe recordar que la tan añorada Rubicon, con tan sólo una temporada, tuvo dos showrunners. Después, Mad Men, la serie que puso la cadena en el mapa, se retrasó diecisiete meses a causa de las duras negociaciones con Matthew Weiner, que incluso amenazó con marcharse. Algo parecido sucedió Breaking Bad, que renovó por una quinta y última temporada in extremis después de que Sony amenazase con llevársela a otra cadena. Recientemente, Hell on Wheels se quedó sin showrunner poco después de renovar, y aunque ya tiene sustituto, la serie casi fue cancelada.
Con este historial es normal que ya corra la broma de que, como pasa con los personajes de The Walking Dead, cualquier showrunner de AMC puede morir en cualquier momento. Y, repito, eso no es buena señal. Vale que el cambio de showrunners es una práctica bastante habitual, pero lo que diferencia a las series normales de las series de autor que emiten cadenas como HBO o AMC es precisamente la visión globalizadora del autor/creador que es quien marca la personalidad de la serie. Y si cambias muy a menudo de autor, esa visión globalizadora inicial se pierde irremediablemente, y con ella lo que la hace diferente del resto.
Pero no nos lamentemos antes de tiempo. Primero tenemos que ver la segunda parte de la tercera temporada de The Walking Dead (a partir del próximo 10 de febrero) y después aún tendremos que esperar medio año para comprobar si el nuevo showrunner, el que sea, es capaz de estar a la altura de las circunstancias. Con Glenn Mazzara el cambio les funcionó a las mil maravillas ¿por qué no confiar en que les vuelva a funcionar? Esperemos que no estén matando a la gallina de los huevos de oro porque dentro de nada, con el fin de Breaking Bad y Mad Men y ahora que se han metido en el mundo de los realities, será lo poco que les quedará con un mínimo de prestigio.