Xombit os desea… ¡Feliz Navidad! ¡No!

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25 de diciembre, un día de resaca y de juguetes. En Xombit nos vestimos de gala un día antes para desearos Feliz Navidad en varios idiomas. Somos políticamente correctos y un tanto inocentes. La solidaridad y la fraternidad son dos de las estrellas de Belén que nos guían en estas fechas tan especiales. El pesebre está libre de desahucios, la mula y el buey pastan desconcertados en un prado de hierba fresca y abundante, y todos nos abrazamos y nos queremos tanto, que… ¡da asco!

Feliz Navidad

Feliz Navidad y próspero año nuevo… ¡! ¿Se puede ser más cínico? Está bien que queramos mostrar nuestro nuevo blanqueamiento dental, pero si se lo decimos a cualquiera, pierde sentido, ¿no? Es inexplicable esta epidemia de buenismo repentino. El 6 de mayo te da igual que tu vecino se caiga por las escaleras y se rompa la crisma, pero en estas fechas tan señaladas, no, por Dios. El influjo del árbol de Navidad nos ha transformado, y ahora somos ángeles y santos, dos en uno, unos seres llenos de paz y armonía. Ángeles de las tinieblas y santurrones, más bien. Eso es lo que somos. ¿Quién nos ha pinchado con la jeringuilla de Michael Landon? ¿Quién nos ha inyectado este veneno?

Xombit

Soy una mezcla alícuota entre el Grinch y Scrooge y de un momento a otro se me aparecerá el fantasma de las Navidades pasadas. Lo sé. Soy cascarrabias, pero no tan tonto como parezco en las fotos. No pienso caer en tópicos antirreligiosos, ni luchar contra las tradiciones, solo quiero desearte feliz consumismo. Y soplar algunas nubes en el cielo de tu ignorancia. El Corte Inglés te adora.

Bueno, bueno… ya me he calentado. Primero. En ninguna parte de la Biblia se menciona la fecha exacta del nacimiento de Jesús. Es más, te cuento un secreto: él no autorizó la celebración de la Navidad, ni se le pasó por la cabeza. Yo estaba allí, vestido de romano. Con Sabina. Sus discípulos, los apóstoles, los cuatro evangelistas, los primeros cristianos, tampoco festejaban la natividad de Cristo. Y digo yo, si conmemorar año tras año su llegada al mundo fuese algo tan trascendental, ¿no habría sido más fácil ordenarlo directamente?

Bienaventurados los que celebren la Navidad poniendo un arbolito con bolas de colores y espumillón, y monten un Belén con figuritas de barro cocido, porque de ellos será el reino de los cielos.

Bienaventurados los que compren un iPad el 23 de diciembre, porque ellos serán llamados hijos del materialismo.

Hoy en día, ya sabemos que estas fiestas se consagraron 300 años después de su crucifixión, cuando el emperador Constantino permitió el cristianismo en el Imperio romano. Y se eligió el 25 de diciembre, porque ese día se venía celebrando al dios sol. Más exactamente, Deus Sol Invictus (en latín “el invencible Dios Sol”). De esta forma, querían dar a entender que Cristo era el verdadero Sol invictus. En el libro Celebrations, de Robert J. Myers, leemos:

El relato bíblico sobre el nacimiento de Jesús no indica nada de la fecha en que tuvo lugar. Sin embargo, el informe Lucas [Lucas 2:8] tocante a que los pastores “moraban en los campos, guardando sus rebaños por la noche”, da a entender que Jesús debió nacer en el verano o a principios del otoño. Ya que diciembre es un mes frío y lluvioso en Judea, lo más probable es que por la noche los pastores hubieran buscado refugio para sus rebaños.

The Encyclopedia Americana dice lo siguiente sobre el 25 de diciembre:

En Occidente no se estableció esta fecha hasta aproximadamente mediados del siglo IV, y en Oriente, hasta más o menos un siglo después.

Además, hasta la Iglesia Católica reconoció que Jesús no nació en esa fecha, en su periódico del Vaticano, L’Osservatore Romano:

Históricamente, la verdadera fecha del nacimiento de Jesús permanece bajo un velo de incertidumbre que no han podido levantar ni la historia romana, ni el censo imperial de aquella época, ni la investigación de siglos posteriores. Y pasa explicar por qué razón se escogió el 25 de diciembre para recordar el nacimiento de Jesús. Pero ese tema lo tocaremos para otra ocasión.

Ahora olvidémonos de estos datos y de que todo es una farsa. Me voy a centrar en la Navidad tal y como es. ¿Qué nos preocupa cuando llegan estas fechas? Si eres un niño, un egoísta, o las dos cosas a la vez, los regalos de Papá Noel, del Olentzero o los de los Reyes Magos. Si eres un superficial con la tarjeta de crédito más rápida del Oeste, te angustiará qué ropa llevar en Nochevieja y dónde y con quién celebrarla. Si eres adicto a las relaciones sociales y al Facebook, soñarás con las cenas de empresa y las comidas de compromiso. ¡Hay que quedar bien!

Si eres el Chicote de la familia, te agobiarán las toneladas de platos que has planeado cocinar, una Cenicienta sin delantal de lentejuelas. Mejor, te cegaría el resplandor, como el de las luces navideñas de la calle, que por las noche se refejan en tus colmillos, provocando un destello de conformismo. No son días para sacar el hacha. Si eres un ludópata de barrio, solo tendrás ojos para el “niño” y el “gordo”…

Si eres deportista, sufrirás el síndrome de abstinencia los días que cierran el gimnasio, temblarás pensando en los kilos que vas a engordar, y tu única ilusión será la San Silvestre. Que no son 42,195 kilómetros, precisamente. Bien, vale, puede que zapeando en el sofá te tropieces con un maratón televisivo, y corras hasta tu habitación para ingresar los cuarenta euros que ibas a gastar en el segundo roscón de Reyes. Qué bien me siento, he donado un buen pico para una asociación benéfica. ¡Ojalá entraran por tu ventana los pájaros de Hitchcock para picotearte de verdad!

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Ahora piensa en cuanta gente está deprimida estos días, unas fiestas felices; por obligación. Faltan seres queridos y nos obligan a recordarlos con las sillas vacías. Gente que no puede gastarse 180 euros en percebes y tienen que conformarse con esa sopa y ese huevo frito que tan bien les sienta un día cualquiera, pero hoy no. En Nochebuena, no. Hay personas que pasan frío todo el año, pequeño aprendiz de Vicente Ferrer. En fin, otro año más, mañana te levantarás cansado de tanto jugar al Bingo esta noche, o a la brisca, o de cantar en familia con ese Karaoke casero de tu cuñado. Patético. A esto hemos llegado. 365 días etiquetados. El día del sida, el día Disney, el día de la mujer, el día de ser buenos, la Navidad. Correcto.

¿Cómo debería ser la Navidad? ¡Así no! ¿Somos el hijo pródigo cada año, o unos almendros de triste figura? ¿Te gustaría conocer a los padres del inventor del primer villancico?

¡Espera! Yo también tengo un aro dorado levitando sobre mi cabeza, intentaré ser Gandhi un par de días, me arrepiento de todo lo que he escrito en este artículo, me está haciendo efecto el veneno, sonreiré, tengo los dientes razonablemente blancos. Los que me quedan:

– Bon nadal i feliç any nou! 

– Feliz ñavida y provechosu añu nuevu 

– Bo Nadal e feliz aninovo

– Zorionak eta Urte Berri On 

– Natale hilare et Annum Nuovo! 

– Kung His Hsin Nien bing Chu Shen Tan 

– Sinifesela Ukhisimusi Omuhle Nonyaka Omusha Onempumelelo 

– Froehliche Weihnachten und ein gluckliches Neues Jahr

– I’D Mubarak ous Sana Saida 

– Jutdlime pivdluarit ukiortame pivdluaritlo 

– Joyeux Noël et Bonne Année 

– Merry Christmas and Happy New Year 

– ¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo! 

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