Esta semana os traigo un ejemplo de uso de la profundidad de campo, sin tratarse del típico ejercicio de técnica fotográfica que parece carente de creatividad. Pero antes de ponerme técnica vamos a hablar de la historia tras la fotografía. Uno de muchos días en los que por una razón u otra, salir a sacar fotos no es posible, se me ocurrió jugar con los libros para realizar una fotografía. Observando cómo respondían a la luz abrí unos cuantos y seguí jugando con las diferentes posiciones y con los planos de los libros.
Entonces cogí en mis manos uno de los libros que había estado leyendo, “El cerebro femenino” de Louann Brizendine, recordé las palabras que encierra y nació la idea. Busqué la palabra que deseaba destacar y ahí estaba, justo como la recordaba. Coloqué el libro, acerqué mi cámara, encuadré, abrí el diafragma y disparé. La primera toma que conseguí tenía el efecto deseado pero necesitaba más. Así que añadí un dedo señalando, dirigiendo al espectador hasta el punto deseado, llevándolo hasta el placer.
Jugando con la nitidez de la imagen, gracias a la profundidad de campo, conseguí que el concepto placer y el de la lectura estuvieran unidos. Pues aunque cuando estudias cómo funciona la profundidad de campo, nos parece algo poco destacable, si la usamos con cabeza podremos hacer que nuestras imágenes pasen de aceptables a sublimes. Las ideas son importantes, y la técnica nos ayuda a hacerlas realidad.
Muchos diréis que este efecto se puede hacer posteriormente a la realización de la imagen y tenéis parte de razón. Podemos imitar el efecto de desenfoque con nuestro conocidísimo programa de edición fotográfica. Sin embargo, yo soy partidaria de hacerlo con la cámara. Tenemos los conocimientos y la posibilidad de hacerlo y siempre quedará más auténtico. No obstante os invito a que recuperéis fotografías olvidadas porque no os terminan de convencer y con el retoque buscar un protagonista, experimentar y puede que encontréis una nueva imagen.
Aparte de jugar con la profundidad de campo, añadí algo de grano y contraste a la fotografía para evocar esos tiempos nostálgicos de la fotografía tradicional. ¿Os gustan este tipo de imágenes? ¿Queréis aprender a jugar con el detalle? ¿La fotografía y la lectura os parecen temas que se pueden enlazar? Como siempre sois libres de opinar o preguntar cuanto queráis en nuestro apartado de comentarios.
Modo: | Manual |
ISO: | 100 |
Distancia focal: | 34 mm |
Tiempo de obturación: | 1/40 segundos |
Diafragma: | 5,6 f |
¡Fantástico! ¡Me encanta! Gracias por el placer de la fotografía. Cuando dices que añadiste algo de grano y contraste, ¿te refieres a que usaste después el conocido programa de edición? 😛 Si es así, ¿puedes explicar un poco más qué hiciste? ¡Gracias!
Gracias Carlos. Realmente no utilicé ese programa que estas pensando 😀 ( vamos el Photoshop), usé el Ligthroom. Otro programa de Adobe, que esta pensado como revelador de imágenes raw. Es por así decirlo lo que en fotografía tradicional era revelar el carrete, que no hacer las copias en papel. Personalmente para esos ajustes típicos de revelado, que son añadir algo de contraste un poco de luz en general o ajustar la temperatura de color de la imagen, suelo usar este programa. Mi proceso de trabajo suele ser: 1- Realización de la toma 2- Revelado en Ligthroom (Lr) 3- Retoque (cuando procede) en Photoshop 4- Ajustar para impresión o visionado en pantalla (según para que necesite o use la imagen).
En el caso de la fotografía “placer” en las últimas versiones de Lr (no recuerdo exactamente a partir de cual) existe un ajuste para añadir grano de película, para los que somos algo nostálgicos de la fotografía tradicional.
¡Muchas gracias! Siguiente paso: hacerme de una copia de Lightroom para Mac 😛 Gracias de nuevo y espero pronto contribuir con un modesto ejercicio siguiendo el consejo 🙂
Pues si eres usuario de Mac, el programa “Aperture” es similar. Yo opte por LR porque me muevo entre Mac y PC.