¿Cuántos decimos que vamos a comprar un “donut”, aun a sabiendas de que se trata de una marca concreta, y que existen otros productos similares que compiten con ella? ¿O usamos “pan bimbo” como sinónimo de pan de molde, u oímos que dejemos de jugar a la “PlayStation” por mucho que en nuestra casa no haya nada que no sea de Nintendo? Pues lo mismo le pasa a Samsung con su gama Galaxy, que empezó de manera bastante titubeante con terminales correctos pero poco destacados, y que desde la llegada del primer Samsung Galaxy S se ha transformado en el nombre más atractivo para muchos compradores de smartphones, hasta el punto de que piden un modelo con esta denominación sin tener muy claro qué es lo que van a obtener exactamente.
Y es que muchas personas asocian en su subconsciente esta gama con su modelo estrella: actualmente el Samsung Galaxy S III, que ha sido un terminal excelente, al igual que sus dos antecesores, y seguramente también su sucesor. Todos han sido muy populares, su calidad raya a gran altura, pero no son más que uno entre muchos. Y es que existen opciones muy básicas como el Samsung Galaxy Mini, algo más interesantes como el Samsung Galaxy Ace y de gama media como el Samsung Galaxy S III Mini. Por no hablar de monstruos como los Galaxy Note, casi tablets por su tamaño.
Todo estos son terminales aceptables (no es mi objetivo analizarlos uno a uno), que según el caso destacan más o menos sobre la competencia, y que suelen tener precios competitivos respecto a lo que ofrecen. Pero son muy distintos, y sería un grave error comparar una “bestia” como el Samsung Galaxy S III con el Samsung Galaxy Mini: el primero nos ofrece lo mejor de lo mejor, el segundo es de lo más sencillo que se puede adquirir y para muchos usuarios se quedará corto (aunque para otros resultará ideal).
Pero la multinacional coreana ha sabido aprovecharse bien de la fama que le han otorgado sus modelos de gama alta. Por supuesto, esto no sería posible si no hubiera un trabajo duro detrás en cada dispositivo, pero en general el público tiene la idea de que un aparato que lleva grabada al palabra “Galaxy” siempre representa una excelente opción, cuando en el mercado existen numerosos competidores perfectamente válidos. Hay muchos que piden directamente en la tienda un modelo de Samsung, y algunos ni siquiera son conscientes de que la característica clave que los hace destacar es Android.
¿Esto es bueno o malo? Veo positivo que un usuario que no conoce mucho el sector sepa que existen determinadas marcas de confianza que resultan una apuesta segura, pero lo que no veo tan bien es que haya tamtos que piensen que un Galaxy tiene que ser bueno y no valoren correctamente cuál de ellos ofrece las prestaciones que necesitan. Respecto a los que entienden del tema, saben perfectamente que Samsung es una buena marca y que muchas veces destaca, sobre todo en la gama alta, pero que dentro de su catálogo hay tanto terminales para el más exigente como para quien no va a usar más que WhatsApp.