Hay muchas editoriales en Estados Unidos, pero dos son las más importantes por su nivel de negocio y popularidad: Marvel, Casa de la Ideas, hogar de Spiderman y Los Vengadores, entre otros, Y DC Entertainment, sede de Superman, Batman y La Liga de La Justicia, entre otros muchos. Estas editoriales, en su búsqueda de ampliar sus lectores a un grupo más adulto, crearon sendas líneas editoriales. Hoy nos centraremos en una colección de la línea Vértigo, de DC.
Fundada en 1993, la línea Vértigo agrupó los personajes de DC con un perfil más adulto, pero llegó un momento que debía renovarse y buscó nuevos autores y personajes. En 1995 comenzó a editarse nuestro protagonista de hoy, El Predicador, de Garth Ennis, Steve Dillon y Glenn Fabry. Durante los siguientes cinco años, sesenta y seis números y varios especiales, estuvo entre los más vendidos, deleitando a público y crítica: ganó el Eisner (el premio más importante del mundo del cómic) al mejor guionista (1998) y a la mejor serie (1999).
Hablemos del argumento: En el Cielo todos están muy asustados porque Dios ha decidido tomarse unas vacaciones (indefinidas) de sus obligaciones y ha abandonado el Paraíso. La razón de esta salida (o, al menos, el desencadenante) ha sido la huída de Génesis, un ser casi tan poderoso como el mismo Dios y que es hijo de un ángel y una demonio. Por otro lado, un pastor religioso en plena crisis de fe, y que es un duro tejano bebedor de whiskey, es el escogido por Génesis para ser su receptáculo, ya que este ser necesita un cuerpo humano para poder pasearse libremente por nuestro plano. Génesis le da ciertos conocimientos a Jesse Custer y un don: La Palabra de Dios, por la que puede obligar a quien quiera a hacer lo que él desee. Con esos nuevos conocimientos, Custer inicia una “road-movie” en busca de Dios para obligarle a asumir sus responsabilidades. Pero no hará el camino solo, le acompañarán una antigua novia, Tulip, y Cassidy, un vampiro irlandés, además de la presencia de un John Wayne fantasmal que le aconsejará constantemente.
Jesse Custer y sus amigos se encontrarán con un variopinto grupo de personajes, algunos de los cuales se convertirán en encarnizados enemigos, como Herr Star importante miembro de una sociedad secreta, El Grial, encargada de mantener pura la descendencia de Jesús (con todo lo que eso conlleva). También tendrán que enfrentarse al Santo de los Asesinos, un forajido del lejano oeste resucitado y transformado en un asesino imparable, con el objetivo de lavar los trapos sucios de los Ángeles y que no se descubra su gran error. Además, se encontrarán con la terrorífica familia de Custer, con un pobre desgraciado llamado Caraculo por motivos obvios, etc.
Jesse Custer es un pastor sin vocación, obligado a ejercer por su tenebrosa familia. No duda en buscar a Dios para enfrentarse a Él y que le explique por qué el mundo está hecho una mierda. Durante su viaje se reencontrará con el amor de su vida, conocerá al que será su mejor amigo, acabará con todos sus lazos familiares (literalmente) y se enfrentará a una todopoderosa sociedad secreta. Como personaje, Custer es la personificación del tópico: americano orgulloso, con las palabras amistad y honor grabadas a fuego, hijo de un héroe de Vietnam, duro y sin piedad con los malos, no llora, es el mejor haciendo el amor, pero también tiene su lado sensible… Un vaquero moderno.
La historia tiene un aire crepuscular, lleno de cinismo y pragmatismo por todo lo que el trío protagonista encuentra a su paso en este viaje. La búsqueda de Dios no es si no una excusa, un macguffin para que Ennis nos presenta un cruel reflejo de nuestra sociedad actual: decadencia, corrupción, depresión, pobreza… El mundo apesta y no hay solución a la vista. Sólo Jesse y Tulip pueden ser considerados héroes por su honradez y sus ideales, aunque no duden en matar al que lo merezca. A pesar de sus debilidades (alcohol y drogas), son los buenos. Los malos son también arquetípicos y por ello muy reconocibles. Sólo hay un personaje que nada entre los grises, Cassidy. Precisamente por esto, por su ambivalencia moral, es el personaje que más evoluciona emocionalmente, buscando la redención (deberéis leeros la colección para saber si la consigue).
Tal vez una de las principales características de El Predicador sea su irreverencia. Como no podía ser de otra manera tratando el tema religioso (entre otros), Ennis y sus personajes nos muestran una realidad de la que reírse para evitar llorar: fanáticos religiosos aborrecibles que controlan todas las esferas de poder, empleados públicos (políticos y polícías) con dudosos gustos sexuales, etc. Es una mezcla explosiva de violencia, perversiones sexuales, terror, es ofensiva a propósito, con unos buenos personajes (¡impagable ese Caraculo!), llena de humor negro y con unos magníficos diálogos, normalmente localizados en charlas de bar entre amigotes, cerveza y whiskey.
Es una historia de amor y de amistad, revestida de conspiraciones, asesinatos y de historias familiares. Es hiper violenta, gamberra, divertida y muy entretenida, muy similar a lo que hacen Tarantino o Rodríguez. Tal vez el final defraude a algunos, pero aquí, más que nunca, lo importante es el viaje. Un viaje lleno de personajes y filosofía que no te dejará indiferente.
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