¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos? – 1897 – óleo sobre lienzo – 139 x 375 cm – Postimpresionismo – Museo de Arte (Boston)
Nació en París el 7 de junio de 1848, en el seno de una familia liberal de clase media, su madre era hija de la conocida socialista y feminista Flora Tristan. Después de una juventud aventurera, con una estancia de cuatro años en Perú con su familia y un empleo en la marina mercante francesa, se convirtió en un agente de bolsa de París con éxito, llevando un alto nivel de vida junto con su mujer, la danesa Mette-Sophie Gad, y sus cinco hijos. En 1874, después de conocer al pintor Camille Pissarro y ver la primera exposición de los impresionistas, se hizo coleccionista y pintor aficionado. Expuso con los impresionistas en 1876, 1880, 1881, 1882 y 1886.
En 1882, debido a la quiebra de la Bolsa, decidió convertir su afición a la pintura en oficio. Un año después, su mujer e hijos se fueron a vivir con la familia de ella a Dinamarca. A comienzos de 1884 él se trasladó a Ruan, donde vivía Pissarro. Entre 1886 y 1891 Gauguin vivió principalmente en la Bretaña (a excepción del viaje a Panamá y Martinica entre 1887 y 1888), donde era el centro de un pequeño grupo de pintores experimentales conocidos como la escuela de Pont-Aven.
Bajo la influencia del pintor Emile Bernard, se alejo del impresionismo y adopto un estilo menos naturalista, al que denominó sintetismo. Se inspiró en el arte indígena, en los vitrales medievales y en los grabados japoneses, estos últimos los conoció a través de Vincent van Gogh en 1888, durante los dos meses que vivieron juntos en Arlés, en el sur de Francia.
Tras el altercado en el que Van Gogh intento matarle, abandonó la ciudad. Su nuevo estilo, marcado por las influencias del arte primitivo bretón, se caracterizó por la utilización de amplias zonas planas de colores encendidos, como en El Cristo amarillo. En 1891, arruinado y endeudado, se embarcó hacia Tahití, excepto de una visita a Francia entre 1893 y 1895, permaneció el resto de su vida en las Antillas, primero en Tahití y después en las islas Marquesas.
Las características esenciales de su pintura experimentaron pocos cambios, mantuvo la expresividad cromática, el rechazo a la perspectiva y la utilización de formas amplias y planas. Influido por el ambiente tropical y la cultura polinesia, su obra fue cobrando fuerza expresiva a medida que el tema se fue haciendo mas personal, la escala de sus cuadros se agrandó y sus composiciones se simplificaron. Su temática, escenas de la vida cotidiana, como Tahitianas en la playa, hasta escenas supersticiosas, como El espíritu de los muertos observa. Su obra maestra es la alegoría, ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?
Un marchante de arte de París le mantuvo hasta su muerte, 9 de mayo de 1903, con una modesta pensión que le enviaba.
Sus experimentaciones novedosas con el color constituyen el antecedente directo del fauvismo. La fuerza de sus formas pictóricas influyó en el pintor noruego Edvard Munch y en la posterior escuela expresionista.
En diciembre de 1897, durante su segunda estancia en Tahití, Gauguin, con problemas financieros, de salud y alcoholismo, y sabedor de la muerte de su hija Alines, intentó suicidarse. La muerte de la hija, supuso la ruptura del artista con su esposa y con la fe religiosa que aún pudiera conservar. Pero antes había pintado este célebre cuadro. Es un enorme friso con el que el pintor desea formar parte de los más reputados “decoradores de murallas”. En una carta a su amigo Manfreid, le comenta:
El aspecto es terriblemente zafio (…). Se diría que esta sin terminar. Aunque sea cierto que nadie es buen juez de si mismo, me parece que este lienzo supera no solo a los anteriores sino también a los que pueda hacer en el futuro. He puesto en él, antes de morir, toda mi energía y tanta pasión dolorida.
En las esquinas superiores de color amarillo, coloca, a la izquierda, el título de la obra y a la derecha su firma. La escena se desarrolla en un paisaje tropical lleno de mujeres y niños tahitianos, cada uno de ellos en una actividad diferente y simbólica.
Gauguin nos describe el cuadro así:
Sobre una tela de saco llena de nudos y rugosidades; de ahí que su aspecto sea tremendamente zafio. En la parte inferior derecha, un bebé dormido y tres mujeres en cuclillas. Dos figuras vestidas se comunican sus pensamientos; una figura enorme intencionadamente y a pesar de la perspectiva, también en cuclillas, levanta el brazo y mira extrañada, a los dos personajes que osan pensar en su destino. Una figura central coge una fruta. Un par de gatos junto a un niño. Una cabra blanca. El ídolo, con ambos brazos alzados misteriosa y rítmicamente parece indicar el mas allá. Otra figura reclinada parece escuchar al ídolo; finalmente una vieja, próxima a la muerte, parece aceptar y resignarse a lo que piensa; a sus pies, un extraño pájaro blanco, sujetando con su pata a un lagarto, representa la inutilidad de las palabras vanas. Todo transcurre junto a un riachuelo, a la sombra de los árboles. A pesar de los cambios de tonalidad, el paisaje es constantemente azul y verde veronés. Sobre él, todas las figuras desnudas destacan por su intenso color naranja.
En el cuadro se desarrolla por completo la doctrina filosófica y pictórica del artista. Con un formato horizontal, el lienzo sigue una evolución cronológica inversa, comenzando en su extremo izquierdo con la desoladora figura de una momia que, en posición fetal, tapa sus oídos como intentando mantenerse ajena a toda la escena; mientras que en el extremo izquierdo, un bebé, símbolo de la inocencia y la vida, es cuidado por tres jóvenes tahitianas. En el centro, una figura andrógina, indefinida que coge un fruto, en alusión a la manzana de Eva.
La escena es reflejo de los pensamientos y sentimientos del pintor. Su pintura es sencilla, pura esencia, consigue la fusión de forma y color. Gauguin se muestra molesto por tener que explicar la idea del cuadro. Considera que cuando un crítico no encuentra referentes históricos o pictóricos es que no entiende nada. En diferentes cartas da algunas interpretaciones, y así escribe:
He hecho una obra filosófica matemáticamente similar al evangelio.
Curiosamente, el cuadro representa a doce figuras humanas más un ídolo. El cuadro es un reflejo de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte, interpretado de derecha a izquierda. Una meditación sobre las preguntas fundamentales de la vida.
¿Te parece la obra de Gauguin infantil? ¿Qué te trasmite su pintura? ¿Descifras alguna otra interpretación?