Pese a lo que dice el anuncio de un coche, los años 80 molaban en muchas cosas más que en la música. Los cómics vivieron una época de esplendor en cuanto a calidad (que no en ventas) que no se ha vuelto a repetir: Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons, Batman: The Dark Knight Returns de Frank Miller… y el que nos ocupa hoy, Maus.
Maus, relato de un superviviente es un cómic creado por Art Spiegelman. La obra se publicó inicialmente en dos partes: “Mi padre sangra historia” (1986) e “Y aquí comenzaron mis problemas” (1991). La obra recibió un premio Pulitzer en 1992, entre otros prestigiosos premios.
En Maus, Spiegelman narra la historia real de su padre, Vladek Spiegelman, judío polaco, durante la Segunda Guerra Mundial y las complicadas relaciones entre padre e hijo ya en Estados Unidos, donde llegaron los padres de Art tras la guerra. Los personajes son animales antropomórficos: ratones para representar a los judíos (Maus significa ratón en alemán), gatos para los alemanes, etc.
Visto así, Maus no es sino otra historia basada en hechos reales y trágicos. Pero ¿qué tiene para merecer un Pulitzer y ser considerada una obra maestra casi veinte años después?
Tres historias, una realidad
Spiegelman cuenta tres historias reales: la principal y más horrible es la historia de su padre, superviviente del Holocausto, durante su juventud en Polonia hasta su vida en Auschtwiz. La segunda historia trata la relación, difícil y compleja, entre el artista y su padre. La tercera historia, que sirve como unión de las anteriores, es la propia creación del cómic, con Art entrevistando a su padre.
La historia de Vladek comienza con algunas aventuras juveniles y con cómo conoce y se casa con Anja, la que será madre de Art. Luego llegan los nazis, la vida en el gueto, una atroz muerte del primer hijo, los horrores de los campos de concentración y el fin de la guerra.
En el Nueva York de los 70 transcurre la segunda historia, donde se cuenta la relación del autor con su padre, un hombre difícil debido a los traumas propios de un superviviente del horror: trata con desprecio a su segunda esposa (otra superviviente) y teme constantemente que ésta le robe. Intenta por todos los medios recibir atención de su hijo y es patológicamente ahorrador, no pudiendo deshacerse de ningún objeto. No obstante, Art no le perdona que haya quemado los diarios de Anja. El primero de los tomos acaba con una terrible imagen de Art llamando “asesino” a su padre por haber quemado esos diarios.
El segundo tomo, “Y aquí comenzaron mis problemas” continúa con esta dramática relación y, además, nos presenta un nuevo e interesante debate: debido al éxito del primer volumen, el autor se pregunta si estar haciendo negocio con el genocidio judío es ético. De hecho abre el capítulo 2 de este segundo tomo con la imagen del autor sobre una pila de cadáveres, comentando el éxito de su obra y examinando horrorizado, las numerosas propuestas que le llegan para filmar películas y aprobar merchandising.
Recursos estilísticos
Esta forma intercalada de contar las tres historias no es precisamente lo más original de la obra, sino que utilizó otras técnicas narrativas que aún hoy en día siguen siendo arriesgadas. Lo primero que notamos, que nos entra por los ojos, es la metáfora de los animales antropomorfos: ratones para representar a los judíos, gatos para los alemanes, cerdos para los polacos y, con mucha menor presencia, ranas para los franceses, ciervos para los suecos, perros para los estadounidenses, y peces para los ingleses. Cuando un judío finge ser polaco aparece en la obra con una careta de cerdo. La elección de cada animal es deliberada, traduciendo la ratonera en que se convirtió la Polonia ocupada para los judíos, y cómo se sintieron traicionados por el resto de los polacos. Además, Spiegelman recupera la división de los humanos en especies que utilizaran los nazis, para poder “exterminarlos” como ratas, en vez de matarlos como humanos.
Los innumerables elogios que ha recibido esta obra también han sido acompañados por algunas reticencias, precisamente por esta utilización de los cerdos para representar a los polacos. Aunque Spiegelman ha afirmado varias veces que la verdadera razón es porque los alemanes trataban como cerdos a los polacos, personalmente creo que la obra transpira mucha animadversión, supongo que debido al colaboracionismo antisemita de los polacos durante la ocupación. De ser así, la metáfora, aunque algo suavizada o diluida, conserva gran parte de su intención ofensiva primigenia.
Otro recurso fantásticamente utilizado es el lenguaje: Vladek, el padre de Art, habla de un modo “diferente” en las escenas que transcurren en los Estados Unidos, mientras que habla correctamente en los flashbacks de su juventud. Esto se debe a su escaso dominio del inglés. Aunque en un primer momento pueda chocar al lector (e incluso dificultar la comprensión), no cabe duda de su eficacia. En mi opinión, los traductores de la edición de Planeta-DeAgsotini (que es la que yo tengo) realizaron un gran trabajo que, sin embargo no fue bien entendido. Tuvieron que explicarlo:
Aunque tanto el traductor de Maus como su corrector y editor conocen perfectamente la diferencia entre los verbos ser y estar, el que no parece conocerla en la obra es un único personaje: Vladek Spiegelman, personaje de origen polaco y que ha llegado a los Estados Unidos siendo ya adulto. Por ese motivo, no domina perfectamente la lengua y comete los errores típicos de todo extranjero que no domina un idioma, y que, en español (que es el idioma que nos ocupa), pasan por la confusión de géneros, las dificultades para entender la diferencia entre ser y estar (diferencia que no existe en otros idiomas) o el uso de los modos verbales (cambiando, por ejemplo subjuntivos por indicativos), por mencionar unos pocos. Dado que ese rasgo está presente en el texto original (evidentemente con errores típicos del inglés) una buena traducción no hubiera sido tal si hubiera obviado un rasgo tan característico del personaje.
Edición española
La edición española actualmente disponible es la publicada por el sello Reservoir Books de Random House Mondadori en junio de 2007 (tomo de 296 páginas en blanco y negro, tapa dura con lomo curvo, con sobrecubierta, con un precio de 21,90 euros). Se puede encontrar en todo tipo de librerías, como Fnac por ejemplo.
Además, hace un tiempo se publicó en España MetaMaus que, como su propio nombre indica, habla de Maus, de su proceso de creación con abundante información y con un DVD con esbozos de la obra.
Conclusión
Maus es más que una simple historieta. Es una reivindicación de la autonomía del cómic, demostrando que puede abordar cualquier tema sin abandonar sus convenciones gráficas. Y nos recuerda y nos enseña que representar horrores como el holocausto nazi debe hacerse sin ambigüedades, sin falsas inocencias. Con una terrible ironía, la obra termina con una dolorosa afirmación de Vladek: “No necesito decirte más. Fuimos muy felices, y vivimos felices, por siempre”.
Más información | Guía del cómic