¿Cuándo se hicieron realmente populares los teléfonos móviles? Pues, aunque nos sorprenda recordarlo en este contexto, fue cuando se volvieron lo suficientemente pequeños para caber en un bolsillo. Tecnologías como la videollamada fracasaron y ahora son marginales por un aspecto también social: no siempre queremos que el interlocutor conozca nuestro aspecto actual. Y no cabe duda de que en determinados momentos un pitido inapropiado de nuestro smartphone o una foto sacada sin permiso pueden acarrear conflictos. La conclusión a la que quiero llegar es que la tecnología que usamos, sobre todo la que va siempre con nosotros, debe adaptarse a nuestros usos sociales, y Google Glass se enfrenta a un reto en este sentido.
Se plantean muchas incógnitas: ¿es contrario a la privacidad poder estar fotografiando o grabando cualquier conversación o situación? ¿Resulta necesario estar todo el día visualizando una pantalla, en vez de prestar atención a nuestros congéneres? ¿Es correcto estar recibiendo información privilegiada a través de Google Glass sin que los demás lo sepan, que puede darnos ventaja en determinadas situaciones? Son muchas las dudas que este dispositivo genera, y no podemos descartar que estos problemas acaben por generar rechazo entre la gente. Por no hablar de la estética que, aun estando conseguida, no deja de representar un serio inconveniente.
Por otro lado, no hay que olvidar que la tecnología, la pasión por tener lo último de lo último, es algo cada vez más común en la sociedad. De este modo, tal vez entre las personas más abiertas, los early adopters, comience a verse como aceptable utilizar este accesorio en ciertas circunstancias. Puede que, poco a poco, se vaya normalizando su uso, y al final acabe calando tan hondo que el producto se generalice. Esto depende tanto de lo útil que se revele el gadget como la aceptación que tenga socialmente.
Antes de cerrar el artículo, no querría dejar de arriesgarme y expresar mi opinión personal. Yo tengo muy claro que Google Glass resultará un fracaso absoluto, y nunca pasará de ser un producto de nicho que se use en ocasiones concretas. Y creo que la culpa de esto la va a tener una demoledora conjunción de tres factores: problemas de privacidad (seguramente infundados), falta de utilidad real del formato y todas las implicaciones que supone a nivel de modas y formas de vestir tener que llevar con nosotros un aparato en la cara. No le deseo nada malo a una compañía innovadora como Google, pero creo que su última invención va a tener muy poco éxito.
¿Qué opinas tú? ¿Te gusta Google Glass, y te comprarías uno cuando tenga un precio asequible?