Estos días atrás, mi cocina ha estado funcionando a alto rendimiento. Unas veces porque recibimos invitados otras porque la ajetreada vida nos obliga a anticiparnos en la preparación de la comida, pero todas con una misma finalidad, tomarnos un buen plato de comida. Pero tranquilos, no os voy hablar de cocina ¿o quizás sí? En realidad, aunque sea de pasada hablaremos de comida, pues vamos a conocer el mundo la fotografía gastronómica.
Existen increíbles fotógrafos especializados en este género fotográfico, como por ejemplo el que acompaña al chef Jamie Oliver, David Loftus, cuyos trabajos son la unión perfecta entre las habilidosas manos del chef y el despierto ojo del fotógrafo. Es un género que vive de los trucos más esenciales de la fotografía, donde la luz natural gana a la artificial y donde se ve reflejado el conocimiento técnico del fotógrafo.
Seguramente en este punto, a todos os vengan a la mente ese grupo de gente que a la hora de comer saca el móvil y fotografía su plato, para compartir (o desconsolar) a todos sus conocidos con imágenes en su red social favorita. Pero aunque hay gente con mucho talento, esta no es la temática a tratar. Os quiero hablar de esas fotografías que ilustran libros de cocina, algún que otro menú o incluso algún local comercial. Esas imágenes que nos despiertan el apetito aunque no tengamos hambre.
Pero no me voy a ir más por las ramas y voy a centrarme en la fotografía que os traigo hoy. Se trata de una foto detalle de un cuenco con gazpacho en el que la preparación del plato y la luz reflejada fueron los ingredientes principales. Para realizarla hice memoria y recordé unos consejos que años atrás me diera una profesora de fotografía:
– Antes prepara el escenario: Pues aunque la idea sea fotografiar comida, el dónde y cómo también es importante. Un mantel, quizás un vaso o una copa o incluso alguno de los ingredientes sin cocinar pueden completar el espacio y enriquecer el ambiente general de la imagen. – Luz natural como fuente principal: Pues la comida a de parecer fresca, lista para degustar y el uso de flash puede dar un aspecto artificial a nuestro plato. – Acércate: Ponernos sobre un plato y realizar una fotografía general no suele ser muy atractiva. Los detalles, las texturas y diferentes colores en la comida lo hacen más llamativo. Por ello nunca está de más cambiar de punto de vista y ver cómo funciona la fotografía desde ese nuevo punto. – Rellena las sombras: Este consejo es bastante común es distintos géneros, pero en la fotografía gastronómica se hace fundamental. Un plato con sombras duras no es apetecible, al menos en general. Por ello deberemos usar diferentes reflectores (muchas veces nos bastará con una superficie blanca, como un papel) que rellenes los lugares en sombra.
Así que aquí tenéis todos los recursos tras esta fotografía: preparación, luz natural, acercarnos al plato y rellenar las sombras. Sumándolo a diferentes reglas de composición tenemos como resultado mi cuenco de gazpacho, que por cierto estaba muy rico, que cumple con las características de frescura, natural y apetecible.
¿Tenéis más trucos para fotografía gastronómica? ¿No os gusta esta imagen o por el contrario os apetecería degustar el plato? ¿Tenéis una montaña de fotos de este tipo y os apetece compartirlas? Para todo esto y muchas más cosas que comentar, nos tenéis en Google+, Facebook o Twitter o podéis dejarnos un comentario a continuación.