En la prehistoria del acceso a Internet en los móviles hubo bastante métodos de facturación, como los basados en tiempo, sesiones de navegación o consumo de bloques de datos. Pero llegó la era de los smartphones y, por primera vez, las telecos tenían un buen argumento para vender tarifas de datos, ya que empezaban a resultar muy útiles. Pero había que vencer las ideas de los consumidores de que se trataba de un servicio prohibitivo, así que se recurrió a un sistema sencillo: la cuota mensual se hizo fija e inamovible, y sólo se reducía la velocidad en caso de pasarse de consumo, pero nunca se cobraba más.
Ahora que este servicio resulta imprescindible para muchos usuarios, estas compañías parecen sentirse capaces de cambiar las reglas del juego. Primero Vodafone decidió cobrar el exceso de datos a ciertos clientes, y ahora Movistar hará los propio en la mayoría de sus contratos. No sería de extrañar que Orange o incluso Yoigo tomaran decisiones similares, puesto que ya sabemos que en ese sector hay una fuerte tendencia al mimetismo de estrategias comerciales. Por un lado, los usuarios se libran de reducciones de velocidad que estropeen su experiencia, pero muchos realmente hubieran preferido no correr el riesgo de que su factura se dispare.
Tampoco podemos olvidar que, ahora mismo, hay muchas opciones para controlar nuestro consumo. Pero lo cierto es que estamos ante un claro empeoramiento de las condiciones. Si ayer hablábamos de que no necesitamos cobertura 4G, sino módulos de datos más generosos, hoy podemos concluir que lo que buscan los operadores es sacar el mayor rendimiento económico posible a sus cliente a base de modificar detalles de sus tarifas. Personalmente, estoy acostumbrado a sufrir un límite de datos y no me parece algo demasiado difícil de sobrellevar, pero para muchas personas va a volverse un quebradero de cabeza en las facturas.
¿Qué opinas del tema? ¿Se trata de una medida necesaria para evitar saturar la red, o un claro ejemplo de políticas anticompetitivas?
