Tras semanas de rumores, finalmente la HBO ha confirmado que True Blood pondrá punto final tras su séptima temporada que, como viene siendo habitual, se emitirá el próximo verano. Y lo hará con una temporada algo más cortita que constará de tan sólo diez episodios –y no los doce a los que nos tienen acostumbrados– que arrancará con un salto temporal de seis meses.
En el comunicado de la cancelación Michael Lombardo, presidente de programación del canal de cable, agradece la labor de Anna Paquin y, sobre todo, ensalza el brillante trabajo de adaptación de Allan Ball, al que nunca le agradeceremos lo suficiente que consiguera sacar petroleo de –con todos mis respetos– la infumable saga de novelas románticas para adolescentes de Charlaine Harris.
¿El secreto del éxito de True Blood? Que siempre –o casi siempre– ha tenido muy claro lo que es: una serie tremendamente entretenida y loca, muy loca. Y cuando eso se les ha olvidado, es decir, cuando han querido tomarse las cosas demasiado seriamente, es cuando han fracasado. Como esta última temporada y, en mayor medida, como en la anterior.
Este año partían con un buen puñado de lo que parecían buenas ideas –por locas, claro, pero ni Billith, ni Eric en modo venganza, ni los campos de concentración de vampiros han conseguido superar el descalabro de la aburridísima trama de Alcide –¿no se han dado cuenta de que eso no es lo que nos interesa de su personaje?–, lo mal que introdujeron a Warlock y el desaprovechamiento de la gran mayoría de sus personajes secundarios –¿qué fue de la Pam que a todos nos gusta?–.
Por cosas como estas la audiencia de True Blood ha ido descendiendo a lo largo de las últimas dos temporadas cuando, hasta entonces, parecía que no tenía techo. La paciencia tiene un límite –incluso la de los fans incondicionales como yo– pero no podemos olvidar que al final de la sexta temporada, y a pesar de su bajada, se mantuvo como la segunda serie más vista de la HBO detrás de la todopoderosa Game of Thrones.
Según Brian Buckner, actual showrunner de la serie, True Blood volverá a sus orígenes en su última temporada, tendrá tramas más simples y se centrará en las relaciones y conflictos entre humanos y vampiros –hordas de vampiros si nos atenemos a la última secuencia de la season finale–. ¿Se atreverán a desmelenarse del todo? Esperemos que sí. Y que la sangre –y fluidos en general– corra a raudales, que es lo que nos gusta.
Después de tantas temporadas, algunos piensan que ya es momento de concluir esta serie, además que su director Alan Ball abandora el proyecto, por lo que el final de True Blood se acerca.
[…] apenas unas horas para que le podamos hincar el diente al primer episodio de la séptima y última temporada de True Blood. A lo largo de estos seis años han pasado muchas, muchísimas cosas, y la mayoría de ellas bien […]