Todos conocemos a Superman, el Hombre de Acero, del que recientemente se ha estrenado una nueva película. Básicamente: Superman es un extraterrestre que fue enviado a nuestro planeta de niño cuando el suyo iba a ser destruido. Creció como un joven americano más gracias a sus padres, los Kent, agricultores de la América profunda (y más sencilla y sana mentalmente hablando), hasta convertirse en el paradigma de la bondad, la esperanza (y el modo de vida americano) y la humildad, pese a ser casi un dios.
Superman nació en 1936, siendo el primer superhéroe como los conocemos actualmente. Una vida (editorial) tan larga le ha dado infinidad de enemigos, todo con asombrosos poderes. Incluso uno de ellos (Juicio Final) llegó a “matarle”. Sin embargo el más peligroso de ellos, el único que ha conseguido ponerle varias veces en verdaderos aprietos es un humano normal y corriente. Bueno, con dos características sobresalientes: una ambición exarcebada y una inteligencia superior.
No vamos a hablar de la trayectoria editorial de Luthor, que está con Superman casi desde el principio (desde el Action Comics Nº 23 de 1940). Nos vamos a centrar en una historia corta donde veremos de una forma realmente drástica cómo es Lex Luthor en realidad, y no el payaso ridículo que pudimos ver en sus adaptaciones cinematográficas.
Lex Luthor quedó huérfano siendo niño (de hecho, se sugiere que fue él mismo quien preparó el accidente de sus padres para cobrar el seguro). Pronto haría una gran fortuna gracias a sus inventos y a su falta de escrúpulos. Llegó a ser un multimillonario muy dado a la caridad, mientras que mantiene un férreo control del hampa y no duda en mandar a sus sicarios para resolver cualquier problema, siempre sin que se le pueda probar nada. El hombre más poderoso de Metrópolis… hasta que llegó Superman. Cosa que Luthor no puede tolerar.
Pero centrémonos en el hombre. Es inmensamente rico, sus tentáculos llegan hasta límites insospechados (durante una etapa incluso consiguió ser Presidente de los Estados Unidos), pero siempre ha conseguido ocultar su verdadero rostro, el rostro del mal. En la historia que vamos a comentar a continuación (y que ya aviso estará repleta de spoilers), conocemos quién es este hombre en solo cinco páginas magistrales.
Publicado originalmente en Superman Vol. 2, nº 9 (1987) con guión y dibujo de John Byrne, era un pequeño complemento totalmente independiente, titulado “Metrópolis, 900 millas”. En España lo publicó ediciones Zinco en el número 23 de su segunda etapa, y actualmente se puede conseguir en el cuarto tomo de la colección recopilatoria Grandes autores de Superman, de la editorial ECC
En ella vemos un pequeño bar de carretera en el que Lex Luthor está tranquilamente sentado. Ha preguntado por una camarera en particular, Jenny Hubbard. Lex le hace una proposición: pasar con él un mes en Metrópolis por un millón de dólares.
Ella, por supuesto, se ofende ante tal propuesta. Luthor, muy flemático, le cuenta la historia de su vida: niña precoz y encantadora, animadora del instituto, la más popular que se casó con la estrella de fútbol local… y que ambos están trabajando por un escaso sueldo y el único futuro que le queda, siempre según Lex, es pagar la hipoteca y tener tres o cuatro niños. Una vida “estúpida y sin sentido y aburrida”. A cambio él le ofrece un millón de dólares que “pueden comprar un millón de mañanas”.
Luthor sale del bar dándole tiempo para pensarlo, “exactamente diez minutos” le dice. Al comentarlo con sus compañeras, la más mayor le aconseja hacerlo. Otra amiga no se atreve pero piensa igual. Ella llama a su marido. No llega a hablar con él. Le cuelga… cuando la avisan de que Luthor ya se ha marchado y ella se queda inmóvil frente a la ventana, mirando el lugar donde estaba aparcada la limusina, ahora vacío… como su futuro.
Así, en apenas unas viñetas, Byrne ha analizado magistralmente a Lex Luthor y nos muestra sus dos mayores cualidades: su capacidad para descubrir los puntos débiles de cualquier persona y, así, manipularlas para que se sientan insignificantes. Seguidamente, Lex les mostrará el cebo y los atrapará en un juego cruel en el que él siempre gana.
Y son las dos últimas viñetas las que nos explican todo. La chófer de Luthor dice a su jefe que esta vez esperó más tiempo de lo normal, “casi los diez minutos completos”. A lo que Lex responde que esta chica que había elegido tenía “una fibra moral más fuerte que algunas de las otras”…
Pero el resultado es el mismo. Jenny Hubbard no sabrá nunca cuál hubiera sido su decisión final. Y esta duda la atormentará por el resto de su insignificante vida.
¿Superman? De Superman puede que hablemos otro día, si así lo queréis.