Detrás de la fotografía: Las miradas de un retrato

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¿Qué es lo que más fotografiamos? Todo depende de cada uno, algunos somos fanáticos de los paisajes, otros adoran las fotografías deportivas y muchos viven enamorados de los retratos. El género de los retratos es, junto a los paisajes, el que más se realiza pues todos en algún momento retratamos a alguien ya sea en reuniones familiares o en viajes. Por ello hoy vamos a detenernos en los retratos y en especial en lo más importante, la mirada.

Escultura de una mujer en Santiago de Compostela

Ya os hablamos anteriormente de las claves para hacer retratos y sin duda el punto más destacado es la mirada. Los retratos son representaciones de un modelo, ya sea por medio de una pintura o una fotografía y su dificultad radica en plasmar la esencia del retratado. Por ello si un fotógrafo destaca en este tipo de imágenes, suele convertirse en retratista, dejando de lado el resto de géneros. La historia de la fotografía nos ha dejado varios nombres destacados como : Dorothea Lange ,Steve McCurry, Alberto Korda, Richard Avedon o Annie Leibovitz entre muchos otros. Lo que guardan en común todos ellos es que han sido capaces de mostrarnos el alma del fotografiado, entre otras razones por saber darle importancia a la mirada. Fotografía de niña afgana de Steve McCurry

Un perfecto ejemplo de uso de la mirada para potenciar las fotografías es la fotografía más famosa de Steve McCurry, la famosa niña afgana. En esta imagen la mirada es el punto máximo de interés siendo el resto totalmente secundario. Es más si el resto de la imagen estuviera desenfocado no dejaría de ser una fotografía bellísima.

La mirada es lo único fundamental en un retrato, la nariz, las orejas, la boca… todo eso podemos eliminarlo mientras sigamos viendo la mirada. ¿Será porque la mirada es el espejo del alma? Puede que sea eso o que es de las pocas cosas que no cambian a lo largo de los años y que a su vez esta lleno de toda las experiencias vividas a lo largo de los años.

Por ello hoy os traigo un retrato, eso sí el de una escultura. La razón precisamente es por su mirada. Me gusta mirar las esculturas y me sorprende que la mano de un escultor sea capaz de captar tantas sensaciones en un medio tan difícil. Sin color, ni más medios para hacer que la mirada sea más cercana a la realidad, esta escultura (de la cual no recuerdo ni el nombre ni el autor) mostraba una mezcla perfecta entre melancolía y ensoñación que despertó mi interés. Por lo cual prácticamente realicé una serie fotográfica centrándome en ella.

Se trata de un ser inanimado pero la fórmula de la mirada es válida también para ella. El resto es secundario y entre todas las tomas que realicé, esta (la más cercana que logré) es mi favorita. Probablemente porque el punto de interés esté en el rostro, en su singular mirada y en las posibles historias detrás de ellla.

Archivado en Detrás de la fotografía, Galicia, Retrato
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