El suelo nipón ofrece pequeñas dosis de genialidad artística en las tapas de las alcantarillas. Una particularidad que suele pasar desapercibida para los turistas ocupados en procesar los numerosos impactos visuales que tienen ante sus ojos. El suelo es para pisarlo, pocas veces nos fijamos en él; sin embargo, el apoyo para nuestros pies merece un poco más de atención si nos encontramos en Japón.
Las tapas de alcantarillas, manhoru en japonés, son piezas de arte metálica de exquisita singularidad ya que cada ciudad tiene sus propios diseños para sus manhoru. ¿Por qué? Durante la década de los ochenta el país unificó su sistema de alcantarillado, así se integraron las formas redondas y las medidas de las tapas en toda la red nacional. Además, a cada municipio se le otorgó el derecho a diseñar sus tapas. A día de hoy, casi la totalidad de las ciudades y pueblos del país tienen su propio diseño. Una imagen que resalta aspectos concretos de la identidad cultural de su región como monumentos, fauna particular, festivales locales, hijos ilustres, tradiciones… todo un dechado de virtuosismo e imaginación a ras de suelo.
Entre los más de 1.700 municipios de Japón suman alrededor de 6.000 tapas de alcantarillas con diseño artístico, así que no es de extrañar que fotografiar los manhoru se haya convertido en un hobby nacional. Podemos encontrar imágenes de ellos en blogs, grupos de Flickr y mapas. Existe un hermoso libro fotográfico titulado Drainspotting, publicado por el fotógrafo, artista urbano y realizador Remo Camerota, que hace un somero repaso por la historia de los manhoru. Camerota asegura que su libro es el primero que “documenta un aspecto completamente diferente de la cultura visual japonesa actual“.
Un objeto tan corriente y tan poco valorado como la tapa de alcantarilla se decora en Japón de manera tal que adquiere personalidad propia y es motivo de orgullo para los habitantes del país.
Baja la mirada, asómbrate.