La lluvia puede provocar muchos efectos, como la música que genera en un peculiar edificio en Dresden, pero el más frecuente es el agradable olor que causa tras un buen chaparrón. Gracias a Gizmodo conocemos los químicos que intervienen. El primero es el ozono, que aporta los matices punzantes y de limpieza, que se originan incluso antes de que llegue la tormenta. Aunque este elemento se vuelve peligroso en estado puro, los niveles naturales no representan un riesgo. Tanto los relámpagos como los rayos ultravioletas del sol pueden generar ozono, que se percibe en pequeñísimas cantidades.
Otro de los olores agradables es el de la tierra, más profundo y tranquilo. Aumenta su intensidad cuanto más tiempo ha pasado sin llover, o si el chaparrón es grande. El compuesto que causa el olor se trata del geosmin, que se produce debido a la generación de esporas de ciertos microbios. Resulta mucho más fácil de percibir que el ozono, y puede ocultarlo, aunque en menor medida en las ciudades, donde hay poca tierra. Por otro lado, los vegetales expulsan unos aceites que pasan al aire cuando llueve, y que tienen parte de las responsabilidad en el fenómeno.
Por desgracia, estos químicos no se conocen detalladamente, pero parecen estar relacionados con el crecimiento de las plantas. No cabe duda de que el olfato es un sentido importante, aunque a veces olvidado. De hecho, el nuevo formato de cine 4DX pretende incorporar olores a las películas. Considero difícil que sean tan agradables como los del campo después de llover, pero en cualquier caso se trata de un avance interesante. Al final, el “olor a lluvia” ha resultado ser la mezcla de tres compuestos, que se combinan de manera diferente en cada ocasión.
¿Qué opinas de este tema? ¿Te encanta pasear por el jardín después de un aguacero, o prefieres no correr el riesgo de que vuelva a llover?
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