Junto con el experimento de la prisión de Stanford, el experimento de Milgram es uno de los más conocidos en el campo de la psicología. Pone a prueba la obediencia de una persona a la autoridad, y se ha usado para explicar comportamientos tan increíbles como los de los oficiales nazis durante el Holocausto. Aunque se han llevado a cabo muchas versiones, básicamente se trata de pedir al participante que aplique descargas eléctricas a un tercero. Las descargas no son reales, pero el que las lleva a cabo no lo sabe. El motivo que se aduce para ese castigo es variable, el objetivo es ver cómo de lejos llega el participante.
Y no es raro que deje inconsciente a la víctima (de forma simulada, claro). Pues bien, leemos en io9 respecto a un trabajo de un grupo de psicólogos que indica que las personas agradables van más lejos que el resto en el experimento de Milgram. Aquellos con mayores dotes sociales se sienten forzados a cumplir con las expectativas existentes sobre ellos, y acceden en mayor grado las peticiones de los experimentadores de torturar a otras personas. Así que, al final, tener buen carácter puede no resultar tan positivo.
En cambio, los participantes más bruscos y menos agradables tenían menor tendencia a aceptar estas órdenes. Como siempre en este tipo de experimentos, la conclusión es controvertida, pero creo que los datos resultan interesantes. Aunque ya se sabe que la psicología es una ciencia muy complicada, de hecho hablamos en su momento de que los tests que se hacen para sacar de la cárcel a los psicópatas no sirven para nada. La verdad, estaría muy bien que se ahondara más en la relación entre las habilidades sociales y la tendencia a seguir órdenes inmorales.
¿Qué opinas de esta investigación? ¿Le ves sentido, o no te crees nada hasta que otro grupo corrobore los resultados?
Imagen | MartinVagner