La idea de Uber suena genial: una alternativa de bajo coste al taxi, con una buena aplicación para smartphones y muchos coches disponibles. En España apenas está empezando, pero los taxistas de Barcelona ya han pedido su retirada. Y es que Uber no paga impuestos en nuestro país, pero parece que tiene otro truco para ofrecer precios tan bajos, que consiste en explotar a sus “colaboradores” todo lo posible. Leemos un artículo de Jacobin que habla de la inseguridad de este sistema: los conductores de Uber son un especie de “falsos autónomos”, que dependen de la empresa, pero no tienen ningún derecho laboral.
Y es que Uber puede cambiar sus tarifas cuando quiera, y de hecho no hace más que bajarlas. Algunos conductores en Estados Unidos han comprado coches, y ahora no pueden dejar el puesto, por lo que han de trabajar 15 horas diarias para sacar dinero para vivir. Parece que las cantidades que se pagan son muy bajas, y Uber no se responsabiliza de una baja o de un accidente de circulación. Básicamente, la multinacional se hace de oro con sus comisiones mientras los que deberían ser sus trabajadores cuentan con unos derechos propios del siglo XIX.
La naturaleza del servicio, en el que los conductores compiten entre ellos, dificulta la creación de sindicatos. Pero ya han tenido lugar manifestaciones contra ciertas decisiones, y algunas han tenido éxito. Tal vez el sector de taxi en España necesite volverse más competitivo y dejar atrás regulaciones absurdas, pero está claro que el capitalismo salvaje de Uber no representa la solución ideal. Puede que la economía colaborativa esté redibujando el futuro del transporte, pero no debe hacerlo despojando a los trabajadores de todos sus derechos laborales. Mucho me temo que, sin una regulación por parte del estado, Uber se transformará en una fuente de miseria y precariedad laboral.
¿Qué opinas de este servicio de transporte? ¿Crees que el sistema es ideal, o que tiene muchas cosas que pulir?