El envejecimiento es un proceso paulatino e inevitable. Todos envejecemos, pero cada persona lo hace a su propio ritmo.Además, existen distintos factores que pueden ralentizar o acelerar el proceso de envejecimiento, como son la genética, el tipo de piel que se posea o los factores ambientales. Para ralentizar este proceso se recomienda protegerse del sol incluso en invierno: con cremas, ropa, gafas… Hidratarse adecuadamente, hacer ejercicio y mantener una dieta equilibrada y sana.
Hasta los veinte años
No existe ningún signo de envejecimiento hasta esta edad.
De los veinte a los treinta
En esta etapa no existe ni crecimiento ni envejecimiento, sino que el cuerpo se encuentra en un estado de estabilidad. Sin embargo, pueden apreciarse distintos signos de deterioro que indican que no se lleva un estilo de vida adecuado, como son las ojeras o el michelín causados por el estrés, dormir mal o poco, una mala alimentación o el sedentarismo.
De los treinta a los cuarenta
Esta década es para la mujer la de la maternidad por excelencia. Los embarazos, en ocasiones, hacen que el abdomen envejezca, y también la mama. A esta edad empiezan a salir los primeros signos de envejecimiento que indican que el cuerpo está sufriendo cierto desgaste, por lo que hay que empezar a cuidarse. La piel se vuelve más fina y flácida y pierde elasticidad y resistencia. La piel se va secando y comienzan a aparecer las arañas vasculares y las manchas. Pueden aparecer las bolsas debajo de los ojos y las arrugas que los rodean. En esta edad se acentúa el surco nasogeniano (lineas verticales que van desde la nariz hacia cada extremo de la boca) por distensión de los pómulos. Aparecen canas por pérdida de melanina y se ensanchan las caderas.
Al entrar en la cuarentena
A los cuarenta la grasa comienza a acumularse en las rodillas, debajo del estómago y en las caderas, dando lugar a la típica “barriga cervecera” y a las “cartucheras”. En esta etapa la mayoría de las mujeres sufren la menopausia, tras la cual los niveles de estrógenos disminuyen. Debido a esto se reduce el tamaño de los pechos, que van perdiendo firmeza y descolgándose. Pueden comenzar las digestiones pesadas, el cansancio general, la falta de interés por las cosas, los dolores de espalda y articulares, los dolores de cabeza y la pérdida de pelo, de vista y oído. Las arrugas y manchas se acentúan.
La madurez de los cincuenta
Esta es la década de la flacidez. Además de lo desarrollado en los cuartenta, a los cincuenta las uñas se hacen más frágiles y se vuelven amarillentas. Continúa el incremento de peso y aparecen las arrugas alrededor de la boca, conocidas como ”arrugas de marioneta”.
A partir de los sesenta
Aquí comienza una nueva etapa. Se produce flacidez y descolgamiento general de los músculos, por lo que es muy importante hacer ejercicio. Además se pierde masa muscular, grasa y energía, lo que hace que se sienta más frío.