Seguro que, en alguna ocasión, te has vuelto loco buscando una tarjeta en la cartera. Solemos llevar muchas distintas con nosotros, ya sean de varios bancos o para los programas de fidelización de las tiendas. En España, en el 2012, había 41 millones de tarjetas de crédito y 27 millones de tarjetas de débito, y más del 70% de la población poseía una.
La verdad, resulta bastante incómodo tener la cartera llena de pedazos de plástico, pero no parecía existir una solución sencilla a esta problema. Hasta que aparecieron las tarjetas de crédito universales, unos pequeños gagdets muy similares a los documentos originales, pero que imitan electrónicamente a varios de ellos.
Se trata de una tecnología que aún está dando sus primeros pasos, pero que encuentro muy interesante. Así que vamos a conocer algunas de las propuestas existentes, sus detalles técnicos y los retos a los que se enfrenta este incipiente sector.
Los competidores
A día de hoy, son tres las startups que trabajan para crear la tarjeta bancaria universal, mientras que las grandes entidades financieras no parecen interesadas en este avance. El funcionamiento de los tres sistemas resulta similar: la banda magnética posterior se puede reprogramar, de forma que en cada momento muestra la de la tarjeta que queremos usar. Así que la persona que nos cobre no tendrá que hacer nada especial, aunque no debemos descartar que desconfíe al ver una tarjeta tan peculiar. Estas son los productos que se encuentran en desarrollo:
Swyp
Swyp está fabricada en metal y es tan delgada como una tarjeta real. Contará con una pequeña pantalla que mostrará la fecha de caducidad y el CVV de cada tarjeta. Con sólo pulsar un botón cambiaremos de una a otra, aunque las que más utilicemos irán apareciendo primero. Debemos usar un accesorio especial y un smartphone para transferir las tarjetas a Swyp. También se pueden añadir tarjetas de fidelidad, y se espera que la pantalla sirva para hacer Swyp compatible con los sistemas que usan códigos de barras.
Swyp es muy segura, ya que no muestra el número real de la tarjeta, y se bloquea si la alejamos de nuestro smartphone. Eso sí, se puede inhabilitar esta función temporalmente, por si tenemos que pagar en un restaurante o similar. La tarjeta no dispone de chip y, aunque su batería debería durar dos años, no se ha confirmado si se puede recargar. Por otro lado, la app que controla Swyp sirve para escanear y guardar los recibos. El precio del gadget es de 99 dólares, y nos permitirá guardar hasta 25 tarjetas.
Coin
Coin ofrece una pequeña pantalla que muestra los últimos dígitos de cada tarjeta y su fecha de caducidad. Un único botón permite ir cambiando la escogida, y el sistema se puede bloquear con un código de seguridad. Este gadget almacena hasta 8 tarjetas distintas (incluyendo de fidelidad), aunque no tiene soporte para chip. Todo se sincroniza a través de móvil, pero quien ha probado la versión beta de Coin asegura que puede fallar hasta en el 10% de las transacciones.
Esta idea nació en una campaña de Kickstarter, y ha ido acumulando bastantes retrasos. Se puede reservar por 100 dólares, y los envíos están planeados para el verano del 2015. La peor parte es que, una vez la batería de una Coin se agota, resulta necesario sustituir toda la unidad.
Plastc
Plastc destaca por contar con una pantalla táctil de tinta electrónica (en la que muestran los números completos de la tarjetas bancarias) pero, a pesar de ello, su grosor no se dispara. Puede almacenar hasta 20 tarjetas bancarias o de fidelidad, y es capaz de reproducir códigos de barras en su pantalla. Además, hemos de meter un PIN para usarla, o incluso la podemos bloquear (o borrar todos los datos) si se aleja en exceso de nuestro smartphone. Además, la app de Plastc se sincroniza con varios bancos estadounidenses, y nos envía alertas sobre nuestras finanzas.
La recarga se hace una una alfombrilla de inducción (ya hemos visto que la electricidad inalámbrica está empezando a despegar), y la batería dura unos 30 días. Plastc tiene soporte para transacciones con chip en vez de con banda magnética (también cuenta con NFC), y se aceptan reservas por 155 dólares para la beta que comenzará este verano.
Los inconvenientes de la tecnología
La verdad es que son bastantes, al menos por ahora. El primero es que hablamos de gadgets de unos 100 dólares de coste, así que no se puede decir que salgan baratos. Por otro lado, la recarga de la batería representa un quebradero de cabeza adicional, sobre todo si se agota en un mal momento. Además, los que han probado estos ingenios muestran recelos respecto a que sean lo suficientemente resistentes como para aguantar nuestro ritmo diario en un bolsillo o una cartera.
Pero el principal problema es que estas tarjetas a veces no funcionan con ciertos terminales de cobro, sobre todo con los más antiguos. Si tenemos que llevar otra tarjeta “por si acaso”, parte de la comodidad esperada se pierde. Tampoco hay que olvidar que muchos cajeros desconfiarán de este tipo de gadgets y harán preguntas sobre su origen, al menos mientras no se acostumbren a verlos en su día a día.
Apple Pay, el gran rival
Ante todos estos inconvenientes, surge una pregunta lógica. ¿No sería más cómodo, sencillo y barato recurrir a un sistema de pagos con el móvil? Aunque Google Wallet representó todo un fracaso, parece que Apple Pay puede tener una oportunidad, y ya hemos visto que la propuesta de Apple se ha convertido en la líder del sector en muy poco tiempo. El gran problema de este sistema es que se añade una comisión extra (la que se lleva la marca de la manzana) pero, por lo demás, resulta muy cómodo.
No tenemos que comprar ningún aparato adicional, el sistema funciona rápido y bien, es compatible con muchas tarjetas… Claro que la batería del móvil se agota mucho más rápido que la de Coin, Plastc o Swyp, y eso puede suponer una molestia importante. Por ahora, las tarjetas universales llevan la delantera porque se pueden usar en cualquier sitio como si fueran las originales, y Apple Pay sólo es aceptado en comercios concretos. Pero, francamente, no me extrañaría que el fabricante de tecnología expandiera su medio de pago a muchos establecimientos en poco tiempo.
¿Son las tarjetas universales el futuro?
Francamente, no lo veo claro. Para empezar, no todo el mundo guarda montones de tarjetas en su cartera, y a algunas personas eso tampoco les molesta demasiado, así que no es que se satisfaga una necesidad muy importante. Por otro lado, ya hemos visto que Apple Pay tiene sus puntos fuertes y débiles frente a Coin, Plastc o Swyp, así que cada consumidor elegirá una u otra alternativa según sus intereses.
La verdad, no creo que este tipo de tarjetas electrónicas vayan a volverse comunes. Sí que considero que se harán un hueco en el mercado y que determinadas personas las encontrarán muy cómodas. Pero no confío en que se transformen en un éxito. Estamos ante una idea ingeniosa y práctica, desde luego, pero con una utilidad limitada.
¿Qué opinas de las tarjetas bancarias universales? ¿Te gustaría tener una, o crees que no vale la pena pagar 100 euros por llevar la cartera un poco más ligera?