Buscábamos en el lugar equivocado. ¿Y si la vida extraterrestre no se encuentra en planetas a cientos de miles de años luz? ¿Y si los componentes básicos y necesarios para la creación de una nueva especie estuvieran escondidos en rocas interestelares? ¿Y si nuestra propia existencia se debiera al polvo que deja tras de sí una esporádica estrella fugaz? Cada vez estamos más cerca de saber la respuesta gracias a Philae.
Cuando la sonda espacial Rossetta despegó el pasado 12 de noviembre de 2014 para desvelar los misterios del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, nadie imaginaba que este viaje hacia lo desconocido nos proporcionara tal cantidad de conocimientos. Y es que el módulo de aterrizaje Philae ha descubierto 16 compuestos orgánicos que son esenciales para el desarrollo de organismos vivos, según ha hecho saber la revista Science.
Un aterrizaje forzoso, pero unos resultados prometedores
Este proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA) no empezó con buen pie. Cuando el módulo Philae fue lanzado hacia el cometa a punto estuvo de quedar inutilizable. Y es que el pequeño módulo rebotó contra la superficie rocosa y solo consiguió anclar con seguridad dos de sus tres patas. Con esta inestabilidad el principal de los objetivos, taladrar la superficie y analizar muestras del suelo de este cuerpo celeste, no pudo llevarse a cabo. Aunque las noticias fueron desesperanzadoras, los científicos del proyecto se mostraron optimistas, pues con el polvo que se elevó en el aterrizaje forzoso consiguieron obtener unos resultados realmente sorprendentes. El físico español Guillermo Muñoz, del Centro de Astrobiología, ha hecho público que:
Hay moléculas precursoras de proteínas, de azúcares e incluso del ADN. Es la primera vez que se detectan estos precursores en un cometa y realizaremos en las próximas semanas un estudio más exhaustivo. Además si el módulo Philae sobrevive, a lo mejor podemos recibir más información
Y es que a causa del mal aterrizaje del módulo, Philae se encuentra dormido desde el 9 de julio y por el momento ha sido imposible retomar la conexión. Cuando el cometa entre en la fase de su órbita más cercana al sol, conocida como perihelio, empezará a evaporarse el hielo que lo forma y de él manaran grandes cantidades de vapor de agua y de polvo de roca. Serán unas circunstancias extremas a las que puede que el módulo no sobreviva. Aun así estos resultados, y los que todavía se esperan, hacen de este viaje galáctico un auténtico éxito.
La vida a la Tierra llegó en un cometa
El cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko es como una cápsula del tiempo. Su estructura y composición se encuentran intactas desde la formación del sistema solar, y la misión Rossetta trata de descubrir la evolución y la historia desde que se creó nuestra estrella y los cuerpos celestes que la orbitan hasta ahora.
El descubrimiento de estos 16 componentes básicos para el nacimiento de organismos vivos es uno de los argumentos más tangibles de la teoría conocida como panspermia. Esta sostiene que los ingredientes indispensables para la vida tal y como la conocemos hoy en día llegaron a nuestro planeta en miles de cometas que chocaron con la superficie terrestre hace 3.800 millones de años. En los océanos primitivos, muy diferentes a los actuales, se producirían las reacciones químicas necesarias para crear los primeros seres vivos capaces de transformar la luz solar en energía (organismos fotosintéticos).
Sea como sea, los científicos de la ESA esperan que las antenas de módulo Philae consigan arrancar de un momento a otro. No obstante, el cometa alcanzará su punto más cercano al sol, a 186 millones de kilómetros, el 13 de agosto. Aunque quizá el descubrimiento de estos compuestos sea la única aportación del viaje, Philae podría cambiar el conocimiento humano sobre el nacimiento de la vida en la Tierra.