El 2016 se convertirá, si sigue esta tendencia, en el año más caluroso de toda la historia, o mejor dicho, desde que se tienen registros. Esto se debe, principalmente, a que los primeros ocho meses de este año han marcado un nuevo récord desde que se efetúan mediciones.
2016, un año de récords
Además, la OMM (Organización Meteorológica Mundial) avisa de niveles de concentración de dióxido de carbono por encima de lo normal y que batieron récords en enero y junio, como podemos leer en 20 minutos. Esta situación afecta especialmente a las poblaciones de coral, que se ven gravemente dañadas.
Todo ello ha provocado un deshielo del Ártico más temprano y acelerado, que incluso el ser humano ha llegado a aprovechar para diseñar rutas marítimas en el norte de Canadá entre Alaska y Estados Unidos.
Seguimos con las marcas superadas este año: el pasado mes de agosto se batieron las temperaturas máximas registradas hasta ahora en los océanos Índico y Pácifico, según informa también la OMM, y en todos los continentes. La temperatura media, por ejemplo, del primer semestre del 2016 estuvo 1,3 grados centígrados por encima de la media a finales del siglo XIX.
Además, julio y agosto constituyen los meses más calurosos jamás vistos por la comunidad científica, como podemos leer en El País. El pasado febrero, la temperatura global llegó a su máximo, superando las antiguas marcas, según datos de la Nasa.
Las consecuencias de la subida de la temperatura global
Todo esto tiene como consecuencia, y como advierte la OMM, que estas temperaturas se conviertan en normales para un futuro cercano.
Las consecuencias esperadas de esta situación son:
Más olas de calor y más intensas
Lluvias torrenciales y muy intensas
Ciclones tropicales de gran impacto
Desaparición de una gran parte del Ártico. Hasta el punto de que este verano el hielo ha cubierto el 40 % de lo que solía cubrir a finales de los setenta.
Petteri Taalas, secretario general de la OMM, advierte de pérdidas muy dramáticas en el futuro e insta al cumplimiento de los acuerdos alcanzados en la cumbre de París de diciembre de 2015 para evitar que la temperatura global sobrepase en 1,5 grados centígrados a las temperaturas de finales del siglo XIX.
