Este 2016 nos ha dejado el descubrimiento de un nuevo tipo de pulpo: el fantasma. Así, a principios de este año, Cásper (este ha sido el nombre con el que le ha han bautizado) fue descubierto en el archipiélago de Hawái.
Sin embargo, nuestros hábitos consumistas están acabando poco a poco con él: los pulpos fantasma depositan sus huevos en el mismo lugar desde el cual extraemos los metales empleados para la construcción de nuevos terminales y equipos informáticos.
De esta forma, un estudio publicado el lunes 19 de diciembre en la revista científica Current Biology, y que observaba 29 pulpos fantasma estos últimos meses, mostraba la preocupación de la comunidad científica ante el ataque al desarrollo de este tipo de animal marino.
Como comentábamos anteriormente, los pulpos fantasma depositan sus huevos a más de 4.000 metros de profundidad sobre una especie de esponja, la cual se sujeta a su vez sobre nódulos polimetálicos, también llamados nódulos de manganeso.
Estos nódulos de manganeso son de especial relevancia para las empresas tecnológicas ya que se emplean para la fabricación de móviles y ordenadores. Forman parte de los conocidos metales raros y son, por lo tanto, muy codiciados por el mundo de la tecnología.
Los lugares que albergan este tipo de metales son cada vez más escasos y caros de explotar, por lo que resulta muy atractivo para la industria tecnológica la explotación de estos nódulos de manganeso.
¿Significará esto el fin de la pequeña familia de pulpos fantasma? ¿Hemos de proteger su hábitat natural y darle la espalda a la producción masiva? Esta en nuestras manos proteger esta especie animal en peligro.
Los pulpos fantasma no son los únicos: los guepardos también están amenazados. Como podemos leer en El País, casi el 70% de los ejemplares está en tierras no protegidas. Esto significa que en 15 años la mitad de la especie habrá desaparecido. Muy alarmante, ¿verdad?
