Hace ya unos días que se creó un enorme revuelo cuando la página de filtraciones WikiLeaks declaró que la CIA tenía la posibilidad de acceder a los teléfonos de la población, tanto los de usuarios de iPhone, con iOS, como cualquiera que hiciese uso de un terminal con Android, concretamente a servicios de mensajería como Whatsapp, pudiendo leer y escuchar lo que hablamos con nuestros contactos.
La información viene de la BBC, y según cuentan, el presidente del Gobierno Donald Trump está “extremadamente preocupado”. El portavoz del Gobierno Sean Spicer declaró que ”cualquiera que filtra información clasificada debe enfrentarse al máximo nivel de la ley”.
La preocupación, ¿justificada?
Si la CIA no tuviera la capacidad de espiar, no estaría haciendo su trabajo. Su misión es encontrar a los malos, no es una sorpresa que use cualquier herramienta a su alcance. declaraba Don Smith, experto de SecureWorks.
Alan Woodward, asesor de la Europol, hace hincapié en que la mayoría de la información filtrada hace referencia a espionaje de objetivos concretos, y no vigilancia masiva.
Necesitan órdenes judiciales, no pueden intervenir cualquier teléfono, no funciona así. Si WikiLeaks dispone de los códigos detrás de las fallas de seguridad, tiene la responsabilidad de publicarlos, declaraba a la BBC.
Precisamente es este el argumento que utiliza Mike McLellan, de nuevo de SecureWorks, que opina que el ciudadano medio debería estar preocupado de otro tipo de problemas. ”Es más probable que seas víctima de un cibercriminal a que te conviertas en sujeto de interés para una agencia de inteligencia”.
Edward Snowden criticó el comportamiento de la CIA en Twitter: “Imagina un mundo en que la CIA se pase el tiempo tratando de averiguar cómo espiarte a través de tu televisor. Eso es hoy”.
Por encima de todo esto, grupos defensores de los derechos civiles se han quejado de que la agencia no haya puesto al corriente a las empresas tecnológicas responsables de esos fallos de seguridad, dejando expuesto al ciudadano a estos mismos ante el posible ataque de algún criminal informático.
¿Dónde queda la encriptación de WhatsApp?
Después de que esto haya ocurrido muchas personas se han hecho la misma pregunta: ¿no se suponía que con la encriptación de WhatsApp nadie podía leer nuestras conversaciones? Ante esto, Woodward rápidamente recuerda que la filtración apunta no a una violación de la encriptación en sí misma, si no a un acceso al contenido del teléfono de destino, una vez que ya está en él.
Esto lo que quiere decir es que los gobiernos aceptan que la encriptación va a ser algo común y que el esfuerzo que deben hacer lo deben poner en ”conseguir el acceso al dispositivo de destino de las comunicaciones”.
Snowden arremetió contra la compañía por su “comportamiento temerario más allá de las palabras”, por mantener en secreto estas fallas de seguridad. Para él, el peligro reside en que esas fallas deben ser cubiertas para que nadie con malas intenciones pueda aprovecharse de ellas.
Es una fantasía creer que solo “los buenos” van a aprovechar estas herramientas. Nathan White, del grupo defensor de las libertades civiles Access Now.
Sin embargo, Alan Woodward no lo ve de la misma forma, si no que opina que si tu misión es espiar, no le vas a contar a todo el mundo algo que solo tú sabes, y que arreglar esos problemas es el trabajo de otros.
