Jamie Foxx

Un homenaje a Sergio Leone de 2 horas y 45 minutos, en los que Ennio Morricone no es el sheriff. Una película del oeste, sangrienta, cruda, ocurrente, refinada e irregular. Sí, no es redonda. Imagino al chico de Knoxville riéndose en una esquina, como el Dr. Evil de Austin Powers, cada vez que llevaba a uno de sus amigos a ver la película antes del estreno. Soy un genio, macho. Pues no. Yo me he reído y he gozado, pero esperaba más. De Quentin Tarantino siempre espero más. Christoph Waltz se come la película a mordiscos, solo por su personaje y su interpretación merece la pena... recrearse una y otra vez con, "Django desencadenado".

Si de una cosa no se le puede acusar a Quentin Tarantino es de que no se arriesga. Hace lo que le da la gana y cómo le da la gana (o casi, que a veces se le va de las manos el metraje) sin pensar en lo que se espera de él. Y es que después del éxito que obtuvo con Pulp Fiction, lo más fácil hubiese sido seguir en esa línea y venga, a deconstruir y a vivir del cuento como tantos otros directores que se dedican a fotocopiar sus obras ad infinitum. Pero él no es así, porque Tarantino, por encima de todo, ama el cine en todas sus formas y colores, y se ha propuesto que a nosotros también nos guste.

El guionista y director de cine, Quentin Tarantino, es un excéntrico genial. Lo mismo cita sus tres directores filipinos favoritos, que declara su amor incondicional hacia Sergio Leone. En su próximo trabajo rinde homenaje al spaghetti western, con una nueva versión de una producción hispano-italiana de 1966, escrita y dirigida por Sergio Corbucci. El creador de Kill Bill, no es Hansel ni Gretel, pero va dejando caer al suelo trocitos de pan. Quiere que volvamos a casa. Al cine. Hoy nos muestra el póster oficial.