La verdad es que las zanahorias guardan más curiosidades de las que podríamos pensar: sin ir más lejos, hace tiempo comentamos que el tema de que ayudan a ver en la oscuridad se trata de un mito que se generó en la Segunda Guerra Mundial. Y en Placer al plato, nuestro blog de cocina, ya hemos ofrecido alguna receta interesante, como la versátil salsa de zanahoria. Normalmente asociamos estas hortalizas al color naranja, pero lo cierto es que no siempre fueron así, y hace unos siglos cambiaron radicalmente de tono. ¡Quién lo iba a decir!
Según leemos en Today I Found Out, antes del siglo XVII las zanahorias eran moradas, y algunos ejemplares concretos, blancos o amarillos. Pero estas mutaciones, que no tenía las antocianinas como colorantes, no se solían cultivar. A finales del siglo XVI, los granjeros de los Países Bajos desarrollaron las variedades naranjas, cruzando estas zanahorias amarillas y blancas con otras salvajes. Se popularizaron debido a que eran más dulces que las anteriores, además de más gruesas y carnosas. Aunque también se dice que se trataba de una forma de apoyar a la Casa de Orange, y la independencia del país.
La verdad, las dos razones tienen cierto peso, pero no cabe duda de que el hecho de que la nueva variedad supiera mejor y tuviera más que comer es bastante importante. Sin embargo, en un manuscrito bizantino del siglo XVI se habla de zanahorias naranjas, por lo que podría ser que ya entonces hubiera una mutación de este tipo. Por lo que se sabe hasta el momento, esta hortaliza se cultivó por primera vez en la zona que ahora ocupa Afganistán, aunque en esa época eran de color morado, claro. Desde luego, naranjas o moradas no me parece importante, pero sí que sean más dulces.
¿Qué opinas de esta historia? ¿Te da igual un color u otro, o eres de los que piensa que el aspecto de la comida marca la diferencia?
Imagen | ccharmon