Hace unos días leí una frase demoledora acerca de los “moleskines”: “Un moleskine es a una libreta lo que un Mac a un ordenador personal”.
Esta lapidaria afirmación repleta de maldad tanto hacia los “moleskines” como hacia la marca de la manzanita, no deja de tener su parte de razón: el precio de una libreta de bolsillo ronda el euro, una libreta con tapas duras estará en torno a los 4 ó 5 euros y el Moleskine equivalente costará 10 ó 12 euros. Misma funcionalidad (soporte para escritura) pero un precio mucho más elevado. ¿Por qué?
Lo cierto es que hay varias cosas que convierten a los cuadernos de la marca Moleskine en especiales: su papel es genial y tiene una textura y color que ninguna otra libreta tiene, el acabado de sus tapas es extremadamente resistente y puede soportar bolsillos y viajes sin inmutarse, y por último algo único de los “moleskines”, y es que al abrirlos, las hojas quedan perfectamente alineadas y extendidas, pudiendo escribir en dos de ellas a la vez como si de una sola se tratase.
Dejando a un lado estas nimiedades, no hay nada que justifique su elevado precio salvo una campaña de márketing minuciosa y perfectamente diseñada: dicen ser los herederos de los cuadernos de notas de artistas tan relevantes como van Gogh, Picasso o Hemmingway.
El diseño actual proviene de las descripciones hechas por el novelista británico Bruce Chatwin, que utilizaba un tipo de cuaderno similar fabricado en Tours hasta el año 1986 y al que llamaba “moleskine” por la tela que lo recubría. La historia de estos cuadernos está recogida en su obra Los trazos de la canción. En 1997 la empresa italiana Modo&Modo rotomó la fabricación de este tipo de libretas basándose en las descripciones de Chatwin.
Actualmente la gama Moleskine cuenta con decenas de productos, desde libretas de bolsillo a cuadernos de dibujo tamaño A3 pasando por los más recientes y geeks diseños que son a la vez funda de iPhone, iPad o eReader. Tampoco conviene olvidar los cuadernos de ciudades, un Moleskine en toda regla con un par añadidos interesantísimos: el mapa de la ciudad y su plano del metro. Ideal para aquellos que disfrutan tomando notas de sus viajes.
Si usáis libreta habitualmente y no conocíais los “moleskines” os invito a comprar uno: la calidad de lo escrito seguirá dependiendo de vosotros, pero fardaréis un montón.
Información Bitacoras.com…
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Yo soy super techie y iPad e iPhone adicto, pero reconozco que me encanta tener moleskines de las ciudades que visito o en las que he vivido, llenas de dibujitos, mapas y recortes. Hay cosas tan románticas que la tecnología nunca podrá sustituir 🙂
Todo un clásico
Si se me permite la observación, encuentro una pequeña diferencia entre los productos manzaneros y estas libretas: me gustan más las segundas, la tapa negra le da mucha clase…
Muy elegante, señor Montero, en su línea.
[…] grande como para transformarse en iconos de masas (ni que le iban a atribuir ser precursor de las Moleskine), pero a veces el mundo del arte es imprevisible. Y ahora nos encontramos con una curiosa versión […]