En este momento de transición entre el modelo de negocio basado en las copias físicas y el futuro dominado por las descargas de contenidos y el streaming, se oyen todavía muchas voces discordantes que afirman que ”no es lo mismo” disponer de la caja y el disco de un juego que ser licenciatarios del conjunto inmaterial de bits que lo componen.
Supongo que no soy una persona muy adecuada para valorar la situación, ya que me desagrada profundamente tener objetos en casa sin darles uso inmediato, pero lo cierto es que no creo que la opinión de los usuarios pueda cambiar un destino que parece ya escrito: para las compañías la distribución digital implica muchas ventajas, puesto que reduce los costes, al tiempo que es el arma perfecta contra la piratería y la venta de videojuegos de segunda mano.
Considerando lo anterior, hay algo que me llama mucho la atención. Son las completísimas y lujosas ediciones de coleccionista que se lanzan de muchos títulos (y es que cada vez productos de perfil más bajo se apuntan a esta moda). La expectación que generan siempre es alta, y las ventas tampoco deben ser malas si consideramos que las editoras parecen apostar fuerte por esta idea. Poco a poco se incluyen con estas versiones especiales merchandising más original y, también, más caro. En mi caso, lo último que quiero que venga con un juego es un vinilo con la banda sonora, unas gafas de visión nocturna o una figura de resina del protagonista.
Y es que, en último término, estamos ante excesos consumistas destinados a que los guardemos en una estantería sin sacarles partido, que además no aportan nada a la experiencia del título que acompañan. Es obvio que muchos aficionados no comparten mi opinión, ya que en bastantes ocasiones es complicado conseguir una de estas ediciones limitadas, y el hecho de que estén dispuestos a pagar sus elevados precios también demuestra una gran predisposición.
La verdad es que, viendo la importancia que dan algunos jugones a las copias físicas, parece complicado que el día de mañana vayan a desaparecer completamente. Es difícil realizar predicciones al respecto, pero mucho me temo que los intereses del grueso del mercado serán los que se impongan, por lo que la distribución digital acabará representando la única opción, y quien quiera merchandising tendrá que comprarlo de forma independiente al juego. ¿Qué opinas tú? ¿Piensas que la fuerza de las ediciones de coleccionista podrá hacer algo contra un futuro dominado por las descargas de contenido, o crees que esta tendencia es imparable?
Información Bitacoras.com…
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Me gusta tener juegos en formato físico porque dan más visibilidad a mi vena coleccionista. Sin embargo, la distribución digital ha permitido que acumule virtualmente más juegos de los que caben en mis estanterías. Así pues, tengo el corazón “partío” xDDD
En tiempos yo me sentía orgulloso de mi colección de juegos, pero luego me di cuenta de que no hacían más que coger polvo, porque siempre iba a haber una novedad que quisiera probar en vez de rejugar títulos antiguos. Y cuando descubrí las posibilidades del mercado de segunda mano ya no me cabía ninguna duda de que no tenía sentido coleccionar nada.
[…] estos extras acaban en el trastero cogiendo polvo. De hecho, representa una de las limitaciones que la distribución digital no puede superar: todo ese merchandising que viene con las copias físicas y que a veces es de lo más atractivo. O […]
[…] el mundo del videojuego, y creo que representan uno de los motivos por los que muchos aficionados ven con malos ojos la distribución digital. No hay juego importante que no traiga extras de lo más variopintos y, de hecho, parece que […]