Pongámonos en antecedentes. Nokia, en el 2009, lanzó el N900 con Maemo, un sistema operativo móvil basado en Linux. En aquel momento, Intel trabajaba en Moblin, un concepto similar orientado a los entonces populares netbooks. De la fusión de ambos proyectos nació MeeGo, que llegó a ofrecer un terminal muy interesante. Pero Nokia había adquirido un compromiso con Microsoft, y Windows Phone 7 era todo lo que necesitaba. Así que recientemente Intel abandonó también Meego (o más bien cambió su nombre) y se embarcó en el desarrollo de Tizen. Ya hubo rumores, y finalmente se confirma que Samsung piensa colaborar en esta nueva aventura.
Lo que resulta verdaderamente destacable es que que la compañía surcoreana ha decidido unir Tizen con su actual sistema operativo Bada. Hasta ahora, algunos terminales de gama media (bajo la denominación Wave) usaban esta alternativa, pero ninguno de ellos ha alcanzado la popularidad de los modelos Android. Quizá la intención es potenciar la plataforma propia hasta convertirla en una opción al nivel de la que ofrece Google, y de esta forma conseguir una mayor diferenciación. Samsung es una empresa puntera en el campo del hardware, pero sin demasiada experiencia en el mundo del software, así que ante ellos se abre un importante reto.
El hecho de que Android se monte en terminales cada vez más sencillos y baratos sin duda es una motivación para buscar una alternativa que dé a los productos de los surcoreanos mayor empaque. Por desgracia, crear un sistema de calidad y generar un ecosistema saludable a su alrededor no va a resultar sencillo. Por otro lado, el hecho de que Intel esté implicada en el proyecto podría significar que no haya soporte para procesadores ARM, un problema grave, dado que hasta ahora han demostrado ser la opción más adecuada para los smartphones.
¿Qué te parece esta novedad? ¿Piensas que de la unión de Tizen y Bada puede salir un sistema competitivo, o consideras que está condenado al mismo fracaso que sufrieron sus antecesores?