Después de Go On, de la que ya os hablamos hace un par de semanas, le toca el turno a Animal Practice, otra comedia cuya supervivencia peligra casi antes de empezar y que supone el salto a la primera línea de Justin Kirk tras pasarse ocho temporadas a la sombra de Mary-Louise Parker en Weeds. Pero empecemos por el principio. La serie se centra en el doctor George Coleman (Justin Kirk), un veterinario brillante pero con pocas por no decir nulas aptitudes sociales que aprovecha cualquier situación para ligarse a las dueñas de sus pacientes.
El hospital, como no podía ser de otra manera, es una casa de locos por cuyos pasillos campan a sus anchas gallinas, perros, gatos, cerdos vietnamitas, pingüinos, pavos reales, cacatúas y tigresas parturientas. Y es que los doctores, cada cual más raro, están demasiado ocupados haciendo cualquier cosa menos su trabajo, ya sea apostar a planear estrategias para acostarse con alguien. Y es aquí cuando entra en escena Dorothy (Joanna Garcia), la ex-novia de Coleman y nueva propietaria del hospital tras la muerte de su abuela que se ha propuesto poner un poco de orden en el caos.
Pero a pesar del envoltorio, en Animal Practice los animales son lo de menos. En realidad se trata de una comedia romántica que pretende replicar la tensión sexual (y de la otra) de House y Cudy (o la Spencer Tracy y Katherine Hepburn, por qué no) pero en la que el doctor Wilson es sustituido por el doctor Rizzo, un mono capuchino interpretado por Crystal, la misma actriz que interpreta a Annie’s Boobs en Community. Y esto no es casualidad ya que los productores ejecutivos de las serie son los hermanos Antony y Joe Russo, directores habituales de la serie de Greendale.
¿El problema? Pues que el resultado acaba siendo el opuesto del buscado ya que el elemento accesorio o de distracción, es decir, los animales (con el doctor Rizzo y sus monerías en cabeza), se acaba convirtiendo en lo único gracioso de la serie. Los personajes humanos dan pereza, mucha, y a los diálogos de Coleman y Dorothy les falta chispa para que nos creamos que, de verdad, existe tensión sexual entre ellos sin necesidad de que nos lo diga la pirada de la enfermera.
Todo esto es susceptible de mejorar, y también de empeorar, claro. Hay poquísimos pilotos de comedia perfectos y la mayoría de series suelen tardar en encontrar su tono, por lo que ahora se hace difícil sentenciarla. Eso sí, me temo que en Animal Practice van a tener que decidir si quieren una comedia romántica o una comedia con animales porque las dos cosas, al menos por ahora, no casan demasiado bien.
El segundo episodio no se verá hasta dentro de un mes, y coincidirá con el estreno de la nueva temporada de The Middle que antecede a lo nuevo de Modern Family, un día realmente difícil y más teniendo en cuenta que comparten target. ¿Cuántos se animarán a cambiar a la familia Heck por un puñado de animales? Y, sobre todo, ¿cuántos se arriesgarán a perder un minuto de los Dunphy y los Pritchett por ver una monería del doctor Rizzo? Lo dicho, Animal Practice lo tiene muy difícil.