Aún no he visto la película de los Wachowski, está programada para esta noche. Vaya la verdad por delante. ¡Al fin podré salir de esta burbuja! Me he puesto a escribir este artículo nada más levantar los ojos de los agradecimientos, El atlas de las nubes necesitó vientos favorables. Voy con el tiempo justo para publicar, así que si mis conclusiones o ideas son superficiales, piensa que es donde me cansé de pensar, o simplemente, presupón que Carlos Girón me estrangulaba con sus manos asesinas para que hiciera público el maldito texto de una vez por todas. Dame un voto de confianza, trátame con cariño. Puede que nos encontremos en otra vida, y te enamores de mí, o seas mi madre…
Después del chantaje emocional, ya respiro mejor. Puedo desabrocharme la corbata y tirarme desde el trampolín de diez metros haciendo un mortal con triple tirabuzón. ¡Al agua! El relato bisagra nos devuelve el bumerán en sentido contrario, así que comentaré las historias en orden inverso al primer artículo. Hay que ser ordenado. Aunque el desorden sea un caramelo para la imaginación.
La antífona de Sonmi-451
A la Corpocracia, a la Unanimidad, al Ministerio de Testamentos, a la Juche y al Presidente les digo lo que Séneca a Nerón: por más que nos mates a todos, jamás podrás matar a tu sucesor.
Año 2144. A lo largo de la novela, hemos visto cómo se iba empobreciendo el lenguaje a medida que caían las páginas del calendario. Y no es broma, ni una idea descabellada del señor Mitchell, esto está sucediendo ya mismo. Sin embargo, en esta historia, aún es soportable, no te despista. A pesar de ser un caballero de la mesa redonda de la lengua, a Carlos le hizo gracia la forma de expresarse de Zachry y sus coetáneos, pero a mí me preocupa sobremanera. No voy a sacar la sinhueso…
Me centro. Continúa la entrevista personal o interrogatorio entre el Archivista y Somni-451 antes de su ejecución, el clon genomizado que “ascendió” y aprendió a pensar por sí misma. La “líder” de esta peculiar lucha de clases.
Esta segunda parte de la historia es una persecución continua, viven con la muerte en los talones. Pasean por un gueto de infrahombres, Huamdonggil, se saltan los límites de Nea So Copros.
Cuando acceden al barco que se supone, transporta a las sirvientes de doce estrellas a Euforia, en Hawái, Sonmi abre los ojos a la realidad. Es el clic. Ahí “asesinan” a sus compañeras, es un matadero con una cadena de producción automatizada. Hae-Joo Chang, el miembro de la resistencia, le enseña cómo son “reciclados” para hacer jabón, y comida para los clientes de los restaurantes Papa Songs. Qué rico suena, ¿eh? Se me revuelve el estómago…
Recuerda que hay dos tipos de personas. Los purasangres, consumidores compulsivos, caminantes adormilados, y los fabricantes, que son los clones, esclavos diseñados para desempeñar las tareas más peligrosas o alienantes, que tienen códigos de barras subcutáneos. Todo gira en esta rueda.
¿Qué nos cuenta en realidad David, en este cuento futurista?
El poder controla al “contrapoder”. A los antisistema. Son parte del juego. Marionetas. La “Unión” en este caso, atrae a los insatisfechos con el sistema, con la Unanimidad, para tenerlos vigilados. Y además, “proporciona a Nea So Copros el enemigo que todo estado jerárquico necesita para lograr la cohesión social”. Lo dice la propia Sonmi…
Lo que aún no entiendo, son las Declaraciones, sus Catecismos. Que luego salvarán la vida de Zachry. Sonmi es Espartaco. Acaba crucificada, pero sabe que la revuelta ha valido la pena, deja una semilla…
El tremendo calvario de Timothy Cavendish
Se mueven tan rápido que consiguen ocultar su putrefacción interior décadas.
Timothy despierta de un derrame cerebral. Desorientado. No recuerda nada, no se puede mover, aunque no es una “cucaracha”, ni su nombre es Gregorio Samsa. Es una especie de señor Fredricksen de Up, que no ha tenido suerte, y ha caído en la residencia de ancianos equivocada. El Aurora House.
Este relato es un puré sin sal, cuyos ingredientes son: Arrugas, Alguien voló sobre el nido del cuco y Dos viejos gruñones. El señor Cavendish es casi tan testarudo como el viejo pescador de Ernest Hemingway, y aunque la enfermera Noakes, no es una ballena que tira de su barca, es una tirana. Y eso es peligroso para la autoridad. No ser sumiso…
Te refresco la memoria, estamos en el Reino Unido, en pleno siglo XXI. El viejo editor tiene un avispero en su mente, no se conforma tan fácil. Ernie Blacksmith, Veronica y Meeks, son sus compañeros en la prisión, el hombro en el que apoyarse. No construyen un túnel como en La gran evasión, ni dejan caer la tierra en el patio por la pernera de sus pantalones, pero tienen un plan para huir. Me gusta que se aprovechen de las miserias del ser humano para escapar. La codicia del hijo de la señora Hotchkiss, que solo se preocupa por las joyas perdidas.
Desde luego, puede que sea un personaje de Tom Sharpe, y a veces resulte ridículo, pero no es un “muerto viviente”. Su actitud es joven y curiosa, aún tiene cosas que hacer cuando se levanta cada mañana. No ralentiza la vida. Curiosamente, a medida que avanza la historia me parece más sensato.
¿Te imaginas metido en un manicomio sin estar loco? ¿En una residencia de ancianos contra tu voluntad? ¿Por qué Cavendish se queda con el diente del “jardinero mutante” llamado Withers, en la pelea del bar? ¿Será porque… ? A veces Dios escribe con renglones torcidos…
Vidas a medias: el primer misterio de Luisa Rey
Habíamos dejado a Julia perdida en la oscuridad tras sufrir un “accidente”. Su investigación se había fundido a negro, y ella había caído al mar con el cinturón puesto. El informe Sixmith, que ponía en duda la seguridad del nuevo reactor nuclear, se perdía dentro de una bolsa de basura bajo el asiento… impotencia. Es el final. ¡No! Es el principio.
En el anterior artículo ya dije que parecía un thriller empresarial, y efectivamente, poco a poco vamos descubriendo que nuestras intuiciones se cumplen una tras otra. No es un relato demasiado original, y sin embargo, te mantiene en tensión, está muy bien escrito. Pura acción. Bill Smoke es un sicario que ya había asesinado al amante de Robert Frobisher, el viejo físico nuclear que se quedó encerrado con Julia en el ascensor, y ahora hace lo propio con Isaac Sachs, y Alberto Grimaldi. Curioso nombre. Ejem. El apuntador del teatro cierra temblando la puerta de la calle.
Joe Napier, el jefe de seguridad de la central, es su ángel de la guarda. Le debía un favor al padre de la chica, y aunque se ha pasado los últimos años haciendo la vista gorda ante las atrocidades de Bill Smoke, ahora resulta que es un hombre de honor. ¿Nos lo creemos? ¿Otra más de las contradicciones del ser humano o una mancha incorregible en el argumento del señor Mitchell?
Luisa Rey me sigue pareciendo gris, sin demasiado interés. Una periodista de raza, que huele una pieza de caza mayor. Revelarse frente a las injusticias de las corporaciones tiene un precio. Nuestro amigo quiere dejarlo bien claro.
Por cierto, ¿por qué nos da más pena que maten a un pobre perrito que a doce personas? ¿Nos espanta o nos atrae, la crueldad gratuita? ¿Habrá algún Sixmith español en Alemania? ¿Algún agitador de conciencias sobradamente preparado?
Cartas desde Zedelghem
Robert Frobisher me ha decepcionado. En parte. Me explico. Pensé que era un personaje turbio, cínico y poliédrico, una mezcla entre Mr. Ripley, Félix Krull y la Kathy Bates de Misery. Pero no. Es un romántico al más puro estilo Mariano José de Larra. Quizás no, en el sentido “amoroso” de la palabra, pero sí en espíritu. Este joven músico desheredado, libertino, vividor y sinvergüenza, que mantiene una relación epistolar con su amigo y quizás amante, Sixmith, es una persona de principios.
Pueden humillarlo, pueden reírse de su sombra, pueden hundir su reputación, pueden pinchar carne y hueso, pero en cuanto tocan su obra… se revela. Es un Howard Roark descafeinado. Un artista en mayúsculas. La escena clave sucede cuando Ayrs quiere atribuirse el mérito de sus ideas, y amenaza con exponer el pasado escandaloso de Frobisher si no cumple. Mal asunto, viejo. No conoces a tu adversario.
Frobisher escapa a un hotel. Allí termina su obra maestra y deducimos de sus palabras, que no tardará en disparar su Luger. Huye de un mundo en el que no encaja. Ya acabó su misión, se ha vaciado, y no tiene ni 25 años, ha creado un sexteto del que se siente más que orgulloso: Atlas de las nubes.
¿Puede una obra valer una vida? ¿Se suicida porque cree que ya no tiene nada más que ofrecer al mundo o por amor? ¿Por qué hay tantos malentendidos en este campo espinado? ¿El amor correspondido serena, y el no correspondido, saca lo mejor y lo peor de las personas?
El diario del Pacífico de Adam Ewing
Adam Ewing y el doctor Goose Henry navegan por el Pacífico, las islas Chatham se perdieron en el horizonte de popa. La extraña enfermedad de Adam tiene muy mala pinta, el parásito cerebral… quizás no esté ahí dentro. Cada vez se encuentra peor.
Si en la primera parte de la historia me recordaba a Stevenson, por la promesa de aventuras, el siglo XIX y su exotismo, ahora he encontrado un aire más refinado, a lo Master&Commander, la película de Peter Weir, basada en las novela de Patrick O´Brian. Aunque aquí no desembarcan en Las Galápagos, y los cañones son las palabras. Además, por muchos cetáceos que divisen desde la cubierta del barco, ninguno inspiraría a Melville. Una pena.
David Mitchell aprovecha esta narración para hablar de tres asuntos fundamentales. El poder, el pez grande se come al chico, el racismo, con la espantosa Escala de Horrox de la Civilización, y por último, la conciencia, los remordimientos. El pobre Rafael colgado y tieso como una sonda de plomo, ahorcado con una soga atada del penol inferior del palo mayor…
Me ha encantado el final. Soy bastante pánfilo, lo reconozco, así que me ha sorprendido. No te puedes fiar de nadie. Quien crees que te cura, puede estar infectándote. ¡Divórciate! El Dr. Henry Goose envenena lentamente a Ewing para robarle. En el último suspiro, Autua auxilia al notario de San Francisco. El polizón al que salvó la vida. Una buena obra, insignificante para ti en principio, puede tener consecuencias transcendentales en el futuro.
Conclusiones
El atlas de las nubes es una novela compleja. Una de sus peculiaridades es su estructura narrativa, que ya hemos comentado más que suficiente. Las primeras páginas podrían incitarte a abandonar, a coger el mando de la televisión, es un inicio titubeante, tardas en entrar en cada historia, pero sin duda, merece la pena estar en el banco de la paciencia, es una novela muy recomendable.
Los seis relatos están conectados, y puede ser un juego divertido encontrar esas conexiones. El libro de Vidas a medias, la película de Timothy Cavendish, el diario de Adam Ewing en la casa de Ayrs, el sexteto Atlas de las nubes, la última confesión de Sonmi en la antífona que descubre Zachry curioseando, los accidentes de coches, un antojo en forma de cometa en la piel…
Sigo en mis trece, creo que la calidad de las distintas tramas no es equilibrada. Yo me quedo con la de Sonmi y con Timothy Cavendish. Geniales.
¿De qué nos habla David Mitchell en esta novela? Del poder, de la libertad y de la corrupción moral del ser humano. Las vidas pasadas y la reencarnación son solo instrumentos para desahogarse. Depende dónde y cuándo caigas, o nazcas, tu vida y tu personalidad serán diferentes. La suma de pequeños gestos es lo que puede cambiar el destino, forjan tu futuro y el del mundo aunque no seas consciente de ello.
¡Y cuando exhales el último suspiro, sólo entonces, te darás cuenta de que tu vida no ha sido más que una minúscula gota en un océano infinito!
Y sin embargo, ¿qué es un océano sino una multitud de gotas?
Los dos principales defectos de la novela son la moralina y los estereotipos. Subraya mucho sus mensajes, y a veces peca de falta de originalidad en algunos personajes. Para bien o para mal, David Mitchell no busca la novela redonda, no desea un puzle perfecto, no cierra todos los candados, no todas las preguntas tienen respuesta.
Las almas surcan las eras como las nubes los cielos, y aunque las nubes cambien continuamente de forma, color y tamaño, una nube siempre es una nube, y un alma siempre es un alma. ¿Quién sabe de dónde vienen las nubes y dónde estará el alma mañana? Solo lo sabe Sonmi: el este y el oeste, la brújula y el atlas, sí señor, el atlas de las nubes.
¿Sería David Mitchell un autor olvidado en España si no fuera por el estreno de la adaptación cinematográfica? ¿Qué te ha parecido la novela?
Al final el viejo Timothy Cavendish te ha conquistado ¿eh? Para mí la historia más emocionante, una escapada de geriátrico que no sólo es interesante sino incluso está llena de humor. Mi pregunta sería ¿Le gustó a la increíble Sonmi el final de esta película? ¿Un final sorprendente? Todos sabemos que el relato del notable notario no es ni mucho menos el final, sino el principio de una historia que nos han contado poco a poco y cuyo final se dibuja en la mente del lector. Pues la historia no tiene un final, sólo un continuará, en otros tiempo.
Así es, Aránzazu. La historia de Adam Ewing es el principio… o, ¿tampoco? 🙂
Timothy Cavendish al final me conquistó, sí. Me interesan los antihéroes. Y el humor es mi talón de Aquiles, me desarma. Seguro que a Sonmi sí le gustó el final de la película, al fin y al cabo, consigue la libertad. Y como ella, se ha revelado a vivir como un muerto viviente. Como un clon.
El final del diario sí me pareció sorprendente, pero ya te digo, soy un poco zote. 🙂 No veo el puñetazo hasta que tengo el ojo morado.