Mundos paralelos | El atlas de las nubes, el Viejo Georgie al habla

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Nadie como Gorka para adentrarnos en la historia. Relato oral, esa forma de transmitir historias propia de las civilizaciones antiguas. Eso explica en gran medida el lenguaje bizarro y chocante del que Iriondo reniega tanto: se trata de un pueblo donde no queda claro si se goza de la homogeneidad que proporciona la escritura. Las palabras salen de acuerdo a su sonido y el sentido práctico de las mismas vive. Me quedo con una pregunta: ¿quién es el Viejo Georgie?

Sección de literatura en Xombit

Los primeros pasos de los homínidos en un terreno que podíamos llamar como “proto-cultural” se da con la inscripción, con los rastros de una historia dejados sobre las paredes de una caverna. La capacidad del lenguaje, tan preciada para nuestra especie, permite ir pasando de ese rudimento pictórico a la narración oral cuyo soporte es la memoria. He aquí el juego de Mitchell: el futuro y el pasado se tocan. ¿Será un defecto el que cuando intentamos tensar tanto como nos es posible la cuerda del tiempo terminamos hablando de algo que ya conocemos?

La representación del demonio es constante Todo cuadra, desde el lenguaje que responde más a su función pragmática y a la sonoridad, hasta la veneración de deidades básicas que encarnan las fuerzas del bien y del mal. Quizá esto es lo que menos me ha gustado de la historia: un futuro en el que los Clarividentes son el único elemento que nos hace saber que se trata de un tiempo posterior a la entrevista de Sonmi. Poco sabemos de la caída de los antiguos, salvo que ha sido su avaricia la que ha llevado al fin de la historia –que no es sino un nuevo comienzo. La imaginación parece encontrarse con una barrera difícil de superar, una auténtica frontera donde el silencio nos trae de vuelta ecos de un discurso ya pronunciado. La historia cuesta, sin duda, aunque el ascenso a los infiernos –curiosa inversión– resulta una aventura difícil de dejar.

Los Antiguos tenían el Magín de los dioses, pero eran salvajes como chacales, y eso fue lo que provocó la Caída. He conocido salvajes con un fenomenoso corazón civilizado que no les cabía en el pecho.

De nuevo, las dicotomías marcadas y cerradas se repiten un tiempo que no alcanzamos a ver en el horizonte. Tal parece que la humanidad, a pesar de todo, no es capaz de ir más allá de estos esquemas. Es eso, quizá, los que nos condena a un eterno retorno de lo mismo, la cadena del destino que nos hace repetir la lucha una y otra vez por no ser capaces de ir y cambiar los cimientos. Los Civilizados son los que de dominan sus deseos, los que se contienen y demoran el impulso por saciarse; mientras que el salvaje se deja guiar por su hambre insaciable. Blanco y negro, desde ahí podemos jugar con la escala de grises intermedia.

Sonmi, como ya nos ha mostrado Gorka, es ahora una divinidad. Pero, como es de esperarse dado que conocemos su historia, se trata de una diosa silenciosa. Todo lo bueno que pasa se le agradece, mientras que se reza con fervor para que haga que lo malo pase rápido. Pero quien está más cerca es la representación del mal, el demonio que habla constantemente al oído: el Viejo Georgie. Si hay algo que me ha atrapado es esta caracterización de ese impulso básico de lo humano: la necesidad de personificar el mal. La responsabilidad es al adulto como la sopa de verduras al niño. Antes que reconocer preferimos erigir una entidad demoniaca responsable de nuestros desvíos y errores.

Un demonio singular el de Mitchell

Desde las primeras líneas de la historia sabemos que Zachry tiene una lucha personal con este peculiar demonio. Es la guerra en contra de la mala conciencia que se encuentra encarnada en nosotros: la culpa, el remordimiento, el temor a ser castigados por nuestros pecados silenciosos. La angustia puede ser tan grande que preferimos generar una entidad caracterizada por una astucia superior a la de cualquier mortal. Es ese el repositorio de los errores humanos, el auténtico salvavidas para una conciencia atormentada. La simpática representación de Mitchell de esta humana, demasiado humana válvula de escape me ha convencido por completo. He aquí al Viejo Georgie con el que todos debatimos de cuando en cuando ante decisiones más o menos comprometedoras.

Gorka, valiente guerrero en la cruzada contra el demonio del resfriado, nos ha dado ya una muestra más de los elementos que caracterizan a este Hawái post-apocalíptico. La organización social sigue una de las leyes más básicas que puedan formularse: el fuerte impera sobre el débil. Frase demasiado genérica, pero que no deja de llenarse de contenido específico a lo largo de la historia. Constante volver sobre lo mismo, sigue sin ser casual la presencia de Nietzsche en aquella historia de los músicos. Por lo pronto Zachry nos regala un momento de auténtica inspiración:

Las almas surcan las eras como las nubes los cielos, y aunque las nubes cambien continuamente de forma, color y tamaño, una nube siempre es una nube, y un alma siempre es un alma. ¿Quién sabe de dónde vienen las nubes y dónde estará el alma mañana? Nomás lo sabe Sonmi: el este y el oeste, la brújula y el atlas, sí señor, el atlas de las nubes.

Frases que bien podrían cerrar el libro entero, pero como el pasado y el futuro se tocan es momento de descender el tobogán de historias. Lamentablemente muchas de las preguntas de Gorka carecen de respuesta. Pero si os puedo decir que habrá que poner mucha atención al desenlace de la historia de Sonmi sin perder de vista lo que ha pasado en este peculiar cruce de Sloosha.

Archivado en Ciencia ficción, David Mitchell, El atlas de las nubes, Literatura, Mundos paralelos
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Comentarios (11)

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  • Gorka Iriondo dice:

    ¡Me encanta ese demonio de la foto! 🙂

    Creo que no nos vamos a poner de acuerdo, en cuanto al lenguaje, Carlos. A medida que avanza la historia, me irrita menos, y sin duda, puedo entender la razón por la que Mitchell ha decidido que los vallesinos hablen así, su fundamento intelectual, pero desde mi punto de vista egoísta como lector, no me atrae, me disgusta.

    Aún tengo que leer la última parte, pero me da la impresión, por lo que dices, que nuestro escritor ha dejado muchos cabos sueltos. Muchas líneas a la interpretación de cada cual. Seguramente nos ha ahorrado páginas y páginas de descripciones aburridas, no digo que no, pero ahora mismo, no siento que sea una novela redonda… ¡veremos! ¡Aún queda! 🙂

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