Mundos paralelos | El atlas de las nubes, el cruce de Sloosha y toda la vaina

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Nuestra sección de literatura sigue su curso, hoy vamos a pararnos a comentar “El cruce de Sloosha y toda la vaina”, el relato bisagra de El atlas de las nubes. David Mitchell se mira al espejo, y continúa en orden inverso. Es un relato oral, un anciano llamado Zachry nos cuenta su vida mientras come cordero alrededor de una hoguera. Los cambios que sucedieron cuando se presentó en Isla Grande una mujer llamada Merónima. Una señora cincuentona de una civilización superior. El sexto relato es el primero con final, y sucede en un futuro post-apocalíptico. Menuda palabreja, menuda perspectiva.

Sección de literatura en Xombit

Unos ojos tan antiguos que debían haber visto el futuro.

Si la semana pasada era Carlos el infectado por los virus de la gripe, esta vez me ha tocado a mí. Nadie se libra. Habíamos dejado a Sonmi narrando su ascensión al Archivista, y parece que después subió al Olimpo, porque ahora, dos siglos más tarde, es una diosa a la que veneran unas tribus hawaianas. La pobre Sonmi ahora es todopoderosa…

Bueno, bueno, no tanto. No hay milagros, solo una aparición casual, el resto es leyenda. Zachry tiene acceso a la declaración de Sonmi-450… alucina viendo el registro holográfico que sale de la antífona. Una memoria y una ventana. Aunque no entiende una sola palabra de lo que allí se dice. Naturalmente. Es la conexión justa y necesaria, para hilar El atlas de las nubes. Supongo. Otro puente. El cruce de Sloosha y toda la vaina, es la pieza central del libro y ya te adelanto, que no es mi relato favorito…

Las manijas del reloj han dado varias vueltas, nos encontramos en Ha-Guai, en un futuro aún más remoto, donde la civilización ha caído y los pocos seres humanos supervivientes han vuelto a un estado de vida salvaje y primitivo, a una especie de Edad Media. Es una sociedad organizada en tribus de granjeros o cazadores y sometida al yugo de la magia, la superstición… y amedrentada por los dioses. No hay electricidad, no hay tecnología, no hay ciencia. Por olvidar, parece que se han olvidado hasta de escribir… ¡y de hablar! Zachry el cagueta narra sus hazañas de viva voz. Usa un lenguaje muy raro, imperfecto, que resulta de lo más curioso. Y chocante.

Al principio me costó sumergirme en esta historia, me resultaba confusa, me ahogaba con tanta palabra inventada y el anzuelo no me había pinchado el moflete. Sin embargo, he de reconocer que poco a poco fui empapándome, me di cuenta de que era toda la comunidad la hablaba de ese modo inculto, y me ha terminado gustando su cara aventurera. El conflicto interior, su lucha contra esa cobardía y ese miedo tan profundamente arraigados, su duelo contra lo que piensa de sí mismo, cómo abre su mente a otras ideas, y por supuesto, la huida final. Ahí es donde David Mitchell muestra su mejor mano. Te mantiene en vilo, y no quieres dejar de leer. Con todo…

¡No soporto el estilo de este relato! Sí, hace gracia por momentos, y el autor se esfuerza por recrear el lenguaje propio de una humanidad que ha vuelto casi a la Edad Media. Pero no. No cuela. Aquí deberíamos brindar por el traductor, Víctor V. Úbeda. Tremendo. Esta vez le tocó un trabajo creativo. Hay vocabulario antiguo, de pueblo: soplamocos, miaja, gañán, farruco… y otras palabras y expresiones incultas o inventadas: haciese, capicháis, cuchizampa, charamusca cabecigüeca, gurrumino, santiplás, furibundia, macuerdo, acongustia, fulmirápido, culicanguis, aguachinados, estrompitoso, truquivaches, fantabulosos, bujero, magín

El atlas de las nubes

Viaja conmigo al Pacífico. Algunas tribus están más “evolucionadas” que otras, y aunque parezca mentira, Zachry, el pastor de cabras, pertenece a una de las “desarrolladas”. Eso sí, progreso no es sinónimo de poder. Ni de fuerza. Los más temidos son los Kona. La paz de nuestro amigo se ve interrumpida cuando su familia es obligada a acoger en su casa a una mujer procedente de una cultura más avanzada, del Gran Barco de los Clarividentes. Merónima. Él desconfía, pero esa mujer le irá haciendo cambiar la forma de ver las cosas, a pesar de no comprender la mitad de lo que le habla. Un choque de culturas. ¿Has tenido alguna Merónima en tu vida, que te haya dado otra perspectiva?

A partir de entonces, todo en los Nueve Valles gira en torno a la extranjera. Zachry acompañará a la Clarividente a todas partes, verá cómo dibuja los mapas, visitará el Iconario vigilante y escondido, preguntará por Isla Clarividencia, le exigirá que cure a su hermana… y comienza la aventura. Deben subir a la montaña Mauna Kea. Allí descubren el observatorio astronómico. La ignorancia es madre del miedo, y todo lo que se ignora se desprecia.

El relato te engancha cuando hay “acción”, durante la “escalada” al Mauna Kea, o desde que la burbuja del sueño hace plop, y Zachry despierta bajo las ásperas mantas kolekole en el mercado de Honokaa. Ahí empieza la excitante odisea hasta el Dedo de Ikat. El periplo como prisionero de los Kona, me recuerda a Valhalla rising, su crudeza…

El atlas de las nubes

A pesar de volver al pasado de alguna manera, al Medievo, las mujeres no son menospreciadas, son la esencia del relato. Ocupan puestos relevantes y tienen una gran ascendencia sobre Zachry, el cagueta. Ahí está Sonmi, por supuesto, la diosa de los vallesinos. La Abadesa, que es su maestra y líder. Merónima, el saber científico. Y luego, su madre y sus hermanas, claro. El amor familiar.

Decía yo al principio de este artículo que Sonmi no hacía milagros. Bien. Pues algo que me chocó y que a la espera de lo que venga después, me parece cogido por los pelos, son las profecías de la Noche de los Sueños, los “mandamientos” que le enseña la Abadesa a Zachry. La santísima trinidad. “Si te queman las manos, no cortes la cuerda”, “Si el enemigo duerme, no le cortes el pescuezo”, y “Si arde el bronce, no cruces el puente”. Se los aprende de memoria porque sí. Y resulta que luego le sirven, pero siguen sin tener sentido. Espero una explicación más adelante…

Hay a veces que si le dices a alguien que sus creencias son falsas, se cree que toda su vida es falsa y que su verdad no es verdadera.

¿Por qué los Clarividentes no quieren interferir en el orden natural de las cosas de la Isla Grande? ¿Qué efecto pasado o futuro tendrán “las ayudas” de Merónima? ¿Quién es el Viejo Georgie? ¿Por qué se llama así? ¿La maldad es innata al ser humano? ¿Por qué aparece luego el hijo de Zachry, dudando de su viejo? ¿Quién es la madre de este gurrumino?

Archivado en Ciencia ficción, David Mitchell, El atlas de las nubes, Literatura, Mundos paralelos
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Comentarios (3)

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  • Carlos Girón dice:

    ¡Pero si capichar este lenguaje es lo mejor! Vamos Gorka que tiene su mérito inventarse unas cuantas palabras. No es Tolkien, cierto, pero al menos hace reír un poco. Sí, admito que resulta chocante más de una vez, pero si seguimos al ritmo del “ola ke ase” pronto podríamos terminar hablando así. 😛

    • Gorka Iriondo dice:

      Gracias a Dios, nosotros no lo veremos…

      Aunque quién sabe, puede que nuestras almas, sí. Si David Mitchell lo dice… 🙂 Tendrán conversaciones muy estimulantes. Seguro. Ufff… ¡voy a tener pesadillas! ¡Qué “acongustia”!

      Menos mal, que la semana que viene volvemos a los relatos “fantabulosos”. “Me se” estaba haciendo eterno… 😉

  • Nacho dice:

    Una precisión: la cultura de Zachry es medieval tal vez solo a nivel tecnológico pues a nivel social y de organización no lo es ni por asomo. La Corea de Somni, sin ir más lejos, a pesar de la tecnología avanzada, es socialmente bastante más medieval ([neo]feudal para ser exactos) que el Valle. Tribal (que es un término realmente amplio), vale pero no medieval. En cuanto a lo del papel de las mujeres, Mitchell simplemente muestra un matriarcado normal y corriente, algo que aunque no ha sido la tónica general en los últimos milenios, tampoco ha sido ni es algo desconocido en absoluto. Y otra cosa, a los del Valle, más que carecer de tecnología, lo que les ocurre es que no la tienen muy avanzada con respecto a lo que se ve hoy en día. Uno, por ejemplo, no hace una choza o una prenda burda de piel o lana sin tecnología.

    A mí tampoco me acaba de hacer gracia el texto en español pero eso no se debe tanto al traductor (que, aunque con discrepancias puntuales, en general la encuentro encomiable y de muy buena factura) sino al hecho en sí de traducirlo. Es lo que ocurre también con el “Ridley Walker” de Hoban. Traducir algo así (y lo sé por experiencia, que me vi en un trance similar aunque menos extenso al traducir un relato de Charles W. Chesnutt), es casi como traducir poesía: puedes llegar a ceñirte a la esencia y echar mano del mismo tipo de recursos, pero no dejas de estar hablando en otra lengua muy distinta, con una historia, unas referencias culturales, fonológicas, fonéticas, etc muy diferentes y es ahí donde aparece la mayor parte del desfase. Sin quitarle ningún mérito a Víctor V. Úbeda, recomendaría que quien sepa inglés fluido lo lea también en su lengua original (Sloosha’s Crossin’ an’ Ev’rythin’ After) y notará la diferencia. Por cierto gran parte de los términos elegidos (o sea, los no creados) por el traductor más que incultos en su mayoría son coloquiales y muchos de Centroamérica.

    Y, por cierto, Carlos, menos mal que Mitchell no es Tolkien, porque entonces sí que habría que leer “Sloosha” con glosarios de khudzul, sindarin y quenya al lado… y eso, además de tedioso, sí que no pegaría mucho 😀 Saludos.

    • Gorka Iriondo dice:

      Gracias por las precisiones y por contarnos tu experiencia, Nacho. Enriquecemos el artículo y nuestra lectura. 🙂

      Yo me apunto a leer un libro de Mitchell imitando a Tolkien… pero en euskera. 🙂

      Desde luego, el matriarcado no es algo desconocido, y en Euskadi puedo asegurarte que es la tónica general. “De toda la vida”, que diría alguien con boina. Pero sí me extrañó que las mujeres ocuparan los puestos clave en esa sociedad, y que todos los personajes importantes que rodeaban a Zachry fuesen féminas.

      ¡Un saludo!

      • Nacho dice:

        XD Mitchell Tolkienez imitatuz euskaraz! (si mi euskera resulta nefasto no pediré perdón bajo la excusa de que estoy imitando a Zachry 😛 ) Yo le añadiría patrones tonales de dakota, chino y/o hausa y lo transcribiría todo a notación fonética del AFI para obtener un resultado redondo y fácilmente legible por un lector computerizado 😀

        Sí, como bien dices en Euskadi el matriarcado es “de toda la vida”. Afortunadamente. Y sí, comprendo perfectamente que, en los tiempos que aún corren, extrañe un tanto la preponderancia femenina de esta sección del libro pero la verdad es que me parece un excelente contrapunto a un holocausto que muy probablemente fuera provocado en última instancia por desequilibrios “montañarrúsicos” de testosterona.

        Una de las cosas que más me llaman la atención de esta obra de Mitchell es la coherente variedad que logra infundir en las seis historias. Una vez que me hallaba profundamente deprimido (sin saber entonces que lo estaba pues me percaté a las semanas de haber salido del hoyo) un amigo mío me dijo “el mundo es bonito porque es variado”. Es algo que de algún modo siempre había percibido pero que nunca había puesto en palabras tan sucintas y precisas. Leyendo este libro, en varias ocasiones me vino a la cabeza esta frase y eso es algo que le agradezco profundamente a Mitchell. 🙂 Gracias por la respuesta, Gorka. Osasun eta zoriontasun! 🙂

  • Nacho dice:

    Mi interpretación sobre los tres mandamientos / profecías y sobre quién es Old Geogie.

    Considero que la clave está en lo que dice el hijo de Zachry al final de “Sloosha”, que de su padre solo cree principalmente en lo que contaba de Merónima y que lo demás son en gran parte chaladuras y consejas. No olvidemos que Zachy está contando “su” versión, después de muchos años, y que es una persona muy religiosa / supersticiosa. Con el tiempo, su mente, inconscientemente o no, puede haber creado con retales inconexos los tres mandamientos para explicar a posteriori por qué no mató a Merónima en el obsevatorio a pesar de la tensión (provocada sin duda por creer que estaba en un lugar “endemoñado”), por qué mató al centinela dormido (algo de lo que se arrepintió pero que “no pudo evitar”) y por qué algo tan descabellado a priori como no cruzar el puente les salió bien.

    Creo que Old Georgie no es más que el Diablo (el propio nombre hace referencia a “Old Nick”, uno de los nombres con los que denomina a Satán en inglés). Él lo ve (o lo recrea) porque cree en él pero Merónima no. Un poco como ocurre en esta escena cómica de “Erik el Vikingo” en el que un cristiano es incapaz de ver lo mismo que los otros simplemente porque no cree en el Valhalla ni en Odín, Thor, etc. http://www.youtube.com/watch?v=_Mzd6F7YnNU

    Old Georgie es a la vez tanto una personificación de esa fuerza (que en el fondo nace del miedo y/o de los deseos descontrolados) que hace cometer barbaridades a la gente como un cómodo agente externo que nos exime de culpa directa.

    Mitchell comenta que un tema de “El atlas de las nubes” es el de la naturaleza de la depredación humana y en ese aspecto Old Georgie, aun cuando inexistente físicamente, es en cierto modo el personaje clave. Saludos.

  • Gorka Iriondo dice:

    Debería pasarse por aquí David Mitchell para leer tu anterior comentario. Seguro que le llena. ¿Qué más puede pedir un escritor? 🙂

    Aquí tienes otra interpretación del viejo Georgie, Nacho:

    https://xombit.com/2013/03/mundos-paralelos-atlas-nubes-viejo-georgie

    Mundos paralelos es una sección en la que Carlos Girón y yo comentamos el libro por partes. Las otras historias también han pasado por nuestra lupa… 🙂

    Yo creo que Old Georgie es la conciencia. Una conciencia moldeada en (para) esa sociedad, y en (para) esa época.

    ¡Un saludo!

  • Nacho dice:

    Pues también. En la segunda parte personifica el lado temeroso, inseguro o desenfrenado, el que aporta “razones” para cometer actos chungos o extremos mientras que en la primera parte es más como una conciencia remordedora. De todos modos, lo llamemos conciencia o diablo, Satán o Pepito Grillo, es personificación de algo con lo que no podemos lidiar fácilmente. En todo caso es una versión bastante más cruda que el típico angelito y diablillo que se sientan en el hombro del atribulado de turno 😛 Muchas gracias también por el enlace. Muy interesante el análisis de Carlos. A ver si pillo un ratillo para leerme el resto de posts vuestros sobre la obra. Saludos

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