Los egipcios ponían empeño en la conservación de los cadáveres, principalmente porque creían en una vida después de la muerte. Esta idea fue en aumento ya que en un principio los enterramientos se realizaban en una especie de hoyo en el desierto, con unos pocos ajuares funerarios.
Al estar el cadáver en contacto directo con la arena y debido a las condiciones climáticas, los cuerpos se mantenían incorruptos y en muy buenas condiciones, manteniendo su identidad y aumentando así la idea de que parte de la persona se quedaba a vivir en la tumba durante toda la eternidad, esto provocó un gran interés en proteger y mantener el cuerpo, costumbre que fue en aumento, principalmente para que el espíritu fuera capaz de reconocer su cuerpo y descansar en él.
También aumentó la preocupación porque las tumbas tuvieran todas las comodidades, como morada eterna para el difunto.
Los antiguos egipcios creían que el cuerpo estaba formado por tres partes que sólo se liberaban tras la muerte:
– El Ba: Una especie de alma que vagaba libremente pero que necesitaba volver al cuerpo a descansar de vez en cuando. – El Ka: La energía de una persona, la fuerza vital a la que había que alimentar. – El Akh: Cuando la persona conseguía la vida eterna, alcanzar el más allá.
Por todas estas creencias era fundamental conservar el cuerpo.
Había un rito, el de “la apertura de la boca”, que se realizaba el día del funeral a la entrada de la tumba, que servía para despertar los sentidos del cadáver (oído, olfato, vista, tacto, gusto). Una vez el difunto era despertado era preciso atenderlo y cubrir sus necesidades, alimentarlo, cuidarlo, llevándole periódicamente ofrendas para alimentar su Ka, que se depositaban en una especie de estela funeraria o falsa puerta, que era por donde el Ka accedía libremente y podía pasar del mundo de los muertos al de los vivos y viceversa.
A veces se reemplazaba esta puerta por una escultura del fallecido con un pie avanzado en señal de tránsito de un mundo a otro. Esta escultura servía para depositar las ofrendas y además guardaba un fiel parecido con el difunto, así si el cuerpo sufría cualquier percance el Ka podría descansar en la figura, que tenía piezas de repuesto como la cabeza.
Para que los difuntos tuvieran siempre ofrendas y alimentos durante toda la eternidad y por si los ritos funerarios no podían ser atendidos, se empezaron a decorar las tumbas y a realizarse diferentes maquetas: con mesas llenas de ofrendas donde el fallecido estaba sentado a la mesa, campos listos para la recolección, escenas de caza y pesca, representaciones domésticas con sus familiares, criados, etc., ya que se creía que todo lo representado adquiría vida y que el difunto podría alimentarse y disfrutar de todo ello.
Tanto era así que se les presentó un problema ya que en las inscripciones jeroglíficas aparecen animales peligrosos, como escorpiones, leones, serpientes etc., y los representaban con un cuchillo clavado o sin sus atributos mortíferos como la cola del escorpión, para que no fueran un peligro para el Ka del cadáver.
También se decoraron con escenas de triunfo ante sus enemigos y otras cotidianas de trabajadores felices cultivando los campos, con el fin de justificar sus acciones terrenales y ensalzar sus buenos actos. Se baraja la hipótesis de que estas escenas sirvieran para alimentar el Ka.
Los hijos primogénitos eran los encargados de mantener el culto al difunto. En la época de las pirámides se produjo un cambio en este sistema encargándose de los cuidados fúnebres unas fundaciones piadosas que subsistían gracias a las tierras cedidas por el faraón para esta causa.
¿Conoces los procesos de momificación que utilizaban los egipcios? ¿Crees que estos rituales fueron los precursores de las pirámides?