Al principio, las unidades de medida básicas del Sistema Internacional estaban basadas en la comparación con un objeto: por ejemplo, el metro en primer lugar era definido como una parte de la distancia que separa el polo con el ecuador (algo a todas luces impráctico), para luego crear una barra que era el patrón a la hora de calibrar cualquier instrumento de medida. Hoy se define un metro como la distancia que recorre la luz en el vacío durante un intervalo de 1/299.792.458 de segundo, una precisión innecesaria para comprar muebles en IKEA, pero imprescindible para trabajos científicos avanzados.
El problema es que el kilogramo no se ha actualizado, y a día de hoy el patrón sigue siendo un cilindro de platino e iridio guardado en en Sèvres, cerca de París. Poco a poco va ganando masa por la contaminación, y resulta muy poco cómodo tener que recurrir a comparaciones con este objeto para calibrar aparatos. Es la última unidad de medida del Sistema Internacional que se basa en esta forma de trabajo, y los científicos del Mettler Toledo, CERN y el EPFL llevan 15 años haciendo esfuerzos para crear una balanza más moderna, basada en el principio de restauración de fuerza electromagnética.
Y han logrado una precisión de 0.3 µg para una masa de 2 kilogramos, lo que es insuficiente para reemplazar el viejo modelo, pero representa un paso adelante. Tienen previsto alcanzar la resolución de 0.1 µg en el año 2015, y con este hito lograr sustituir al fin el obsoleto cilindro de metal francés. Lo cierto es que cualquier avance científico resulta importante para mejorar nuestras vidas, ya que la ciencia básica acaba por volverse tan importante como las aplicaciones que vamos viendo posteriormente de esos avances. Esperemos que en 2015 se haya conseguido el reto, y el objeto que a día de hoy se usa para medir la masa pase a ser un simple recuerdo en un museo.
¿Qué opinas del tema? ¿Crees que es un paso importante, o consideras que el sistema actual es sostenible?