No cabe ninguna duda de que la tecnología ayuda a hacer nuestro día a día mejor en todos los aspectos (aunque también tenga un lado oscuro) y el sanitario también representa uno de ellos. La medicina se aprovecha de los avances científicos, pero también de los puramente técnicos: y es que hay muchos procedimientos en los que intervienen máquinas, capaces de realizar tareas imposibles para un cirujano, o que sencillamente las hacen con más precisión y calidad. Pero a veces le echamos una ojeada a lo que damos por seguro y nos encontramos con sorpresas completamente inesperadas.
Y es que, según un estudio de BMJ Quality & Safety, los dispositivos tecnológicos están detrás de la cuarta parte de los errores que se dan en una operación quirúrgica. Al parecer, de media ocurren quince fallos en cada intervención, y el 24% se atribuye a los aparatos que intervienen. Los investigadores indican que son necesarias comprobaciones más exhaustivas antes comenzar las operaciones, y que resulta imprescindible mejor formación del personal, lo que podría hacer que los errores se quedaran en la mitad. Básicamente, el problema está en que el uso de tecnología incrementa la complejidad del procedimiento, y por lo tanto la posibilidad de que haya un error debido a las máquinas.
Por categorías, el 37% de los errores se atribuye a que el dispositivo deja de funcionar, el 44% tiene como causa de que está mal configurado y el 33% se debe a que hace su labor de manera incorrecta. La verdad es que la colaboración de la tecnología para mantener nuestra salud resulta clave, pero este tema lo veo grave. Sobre todo porque un error de un cirujano resulta inevitable y propio de un ser humano, pero las máquinas pueden ofrecer mucha más fiabilidad si se trabaja correctamente en su mantenimiento y se ofrece una adecuada formación sobre su uso.
¿Qué opinas del tema? ¿Te inquieta más entrar en el quirófano sabiendo que los fallos tecnológicos también representan un peligro extra?
Imagen | US Embassy Manila