No han surgido noticias demasiado detalladas recientemente sobre las ventas del último sistema operativo de Microsoft, pero tienen que ser relativamente buenas. Al fin y al cabo, quien quiera adquirir un portátil o sobremesa nuevo no tiene más remedio, en la inmensa mayoría de los casos, que traerse a casa el nuevo software. Pero, si en el momento de la compra el cliente pudiera elegir entre instalar Windows 7 o Windows 8, pronostico que casi todos se quedarían con el sistema más antiguo. Y es que sólo tenemos que preguntar a nuestro alrededor, a las personas menos geeks, para darnos cuenta que el cambio radical en la interfaz no ha sido bien recibido.
¿Podrá la actualización Windows 8.1 lograr contentar a los consumidores insatisfechos? Ya habíamos visto que ofrece importantes ventajas y que sin duda representa un importante paso adelante. Pero el único potencial que le veo para el usuario tradicional es que se cargue directamente el escritorio, en él se anclen los programas que utiliza y se olvide de todas las demás posibilidades del sistema. Una configuración muy simple, aunque que tal vez no todo el mundo sepa que puede realizar. Pero en las empresas sin duda resultará la preferida, y evitará más de un problema de adaptación entre los empleados.
Respecto al resto de novedades, francamente, no les veo potencial para reconciliar al gran público con el nuevo Windows. Representan mejoras, sin duda, pero lo que piden los consumidores es volver a la experiencia de toda la vida, algo que no va a pasar por mucho que lo deseen, y que Microsoft no se puede permitir. Es más, apuesto a que la mayoría de los que no están conformes apenas se darán cuenta de las optimizaciones que aporta esta actualización: seguir viendo la pantalla de Inicio estilo Modern UI se volverá más que suficiente para que den por hecho de que están ante “más de lo mismo”.
En definitiva, la empresa de Redmond tendrá que seguir con su estrategia de intentar que el nuevo Windows alcance el éxito en tablets, y continuar imponiéndolo en los ordenadores convencionales, donde gracias a su cómodo dominio puede obligar a los usuarios a adaptarse a sus propuestas. Francamente, creo que el trabajo con este sistema es fluido y cómodo, aunque disponga de pocas aplicaciones del nuevo estilo. Pero la mayoría de los usuarios no está de acuerdo, y Windows 8.1 no les va a hacer cambiar de opinión, pero pienso que Microsoft ha tomado la decisión correcta al no claudicar y permitir a los consumidores volver al pasado.
¿Qué opinas del tema? ¿Tú crees que Windows 8.1 puede convencer a quien no la ha gustado su antecesor, o consideras que se trata de la misma idea retocada?
¿Segunda oportunidad? Pero si es el SO que más rápido está vendiendo de Microsoft :-S
Pregunta a la gente normal, la que no es aficionada a la tecnología, lo que opinan de él. Yo no sé de nadie que le guste. Me temo que en este caso ventas y satisfacción de los usuarios no van de la mano.
Somos distribuidores de equipos de computo y la verdad ha sido muy buena la acogida del sistema, solo es saber mostrar la idea de la nueva apariencia, además es mucho mas rápido y eficiente con pocos recursos.