En el sector de los videojuegos podemos clasificar las estrategias de precio en dos: la de Nintendo y la del resto de la industria. Los creadores de Mario opinan que sus títulos no empiezan a perder valor progresivamente en un par de meses tras salir, y mantienen sus precios, a veces algo absurdos. El resto de las marcas realiza ofertas cada vez antes, a veces, unas semanas tras el lanzamiento un juego ya disfruta de un sustancial descuento, y en unos meses puede costar menos de la mitad de la cifra inicial. Y eso sin tener en cuenta la segunda mano.
Si hablamos de las rebajas de tiendas digitales como Steam, las buenas ofertas comienzan en el 50%, y se aplican a productos de lo más punteros. Por no mencionar las iniciativas Humble Bundle, en las que pagamos la cantidad que queremos por distintos títulos, no siempre indies, y una parte se dona a la caridad. La duda que se plantea es si las ofertas no han llegado demasiado lejos, y estos precios ridículos representan de una forma de despreciar a los videojuegos y todo el trabajo que hay detrás de ellos, que es mucho.
Tras reflexionar sobre el asunto, me he dado cuenta de que cualquier obra de entretenimiento debe someterse a las reglas del mercado. No hablamos de alta cultura, sino de una forma de ocio. Cuando los precios bajan, los consumidores se benefician. Si eso supone que los estudios menos preparados han de acabar expulsados del sector, que así sea. Por otro lado, no hay que olvidar que, una vez desarrollado un título, el coste de distribuirlo por Internet resulta marginal, así que, incluso con un precio bajo, se pueden lograr beneficios si se logra movilizar a una cantidad grande de compradores.
Además, cuando se ofrecen descuentos agresivos, se produce un efecto curioso: la gente sencillamente compra porque es barato, aunque realmente no vaya a pasarse los títulos. Así que se pueden obtener buenos resultados por vender en enormes cantidades a precio ridículo. Se trata de una buena oportunidad para los aficionados y para los creadores. ¿Se infravalora su trabajo con estos costes? Es posible que sí, pero a nivel práctico las grandes ofertas benefician a ambas partes, así que no deberíamos alarmarnos por ello. No olvidemos que muchos negocios prósperos en el sector se inician con juegos gratuitos, que luego van exigiendo micro pagos.
¿Qué opinas tú del tema? ¿Te parece triste ver obras con un gran trabajo detrás por menos de cinco euros, o crees que se trata de la lógica del sistema económico en el que vivimos?