No falla: salimos a dar una vuelta, y volvemos arruinados. Entre que nos tomamos un bollo, compramos un poco de ropa y adquirimos alguna cosa curiosa, el dinero vuela. Si por el medio aparece la cerveza, podemos perder el control completamente. Pero, incluso en las cosas evidentes, la ciencia tiene algo que decir, y existe un factor que determina si gastamos con mayor o menor tranquilidad. Y es que no es lo mismo comprarse un paquete de chicles con una moneda que con un billete, en el primer caso seguro que caeremos en la tentación, y en el segundo nos lo pensaremos más.
Pues bien, este fenómeno ha sido estudiado por Priya Raghubir y Joydeep Srivastava, que lo han llamada efecto de denominación. En un experimento dieron un dólar a estudiantes universitarios, bien en monedas o en un billete. De acuerdo con su predicción, los que recibieron monedas estaban más dispuestos a gastarlas en dulces que los otros. Y aquí es donde llega el problema del descontrol: si empleamos un billete de 50 euros para comprar un paquete de pañuelos de papel, el cambio que obtenemos ya no lo cuidamos de la misma manera, por lo que es probable que acabemos gastándolo de manera poco responsable.
Lo cierto es que no se trata de algo extraño o poco intuitivo, bastantes personas piden billetes grandes para evitar usarlos en cosas inútiles, y muchos intentamos no cambiar los billetes, porque somos conscientes de que la vuelta nos va a durar poco. Ahora sabemos que la ciencia ha comprobado que este efecto psicológico existe, pero eso tampoco representa una excusa. Si somos cuidadosos y estrictos con nuestra economía doméstica, poco importa que tengamos el dinero en metal o en papel… por desgracia, es difícil conseguir ese grado de disciplina.
¿Qué opinas del tema? ¿Eres de los que gastan el dinero en un abrir y cerrar de ojos, o no te queda otro remedio que controlarte?