Al doctor Donald Redelmeier, de la Universidad de Toronto, las embarazadas le han preguntado de todo: desde si podían hacer submarinismo a subir a montañas rusas, pasando por ir en avión o meterse en un jacuzzi. Pero nunca le han preguntado sobre conducir un coche, que se da por hecho que es posible. Sin embargo, una mujer sufre muchos cambios en este período, y parece que afectan a su capacidad al volante, según un estudio llevado a cabo por el equipo de Redelmeier entre 2006 y 2011, que se basó en los datos de 500.000 conductoras.
En los tres años anteriores al embarazo, las mujeres sufrieron una media de 177 choques mensuales, y en esos nueve meses 252 por mes. Se trata de un aumento considerable, y la primera causa de muerte fetal por traumas en la madre. El riesgo se acentúa en el segundo trimestre, y el equipo cree que es porque las mujeres se sienten bien, y no son conscientes de que han sufrido cambios hormonales y cerebrales. Hacia el final del embarazo el efecto se atenúa, probablemente porque el estado es mucho más visible, y las personas que rodean a la mujer suelen cuidarla y aconsejarle correr los mínimos riesgos.
De todas formas, la recomendación no es dejar de conducir en este tiempo, sino hacerlo con precaución. A pesar del riesgo que supone el embarazo (un 42% superior al normal), sigue estando en niveles inferiores a los de un hombre de la misma edad. Esta tendencia se ha constatado en mujeres de distintas ciudades y estilos de vida, y el peligro es mayor en otoño e invierno (por el mal tiempo) y en los viajes después de comer. Así que, si esperas un niño en los próximos meses, lo mejor es que pongas los cinco sentidos cuando estés al volante, porque toda precaución es poca.
¿Qué opinas de este estudio? ¿Te parecen lógicas las conclusiones, o encuentras un tanto extraño que el embarazo afecte de esta manera a la capacidad para conducir?
Imagen | Torsten Mangner
