Incluso aquellos que conscientemente no tienen ningún prejuicio racial, muy en el fondo reaccionan de forma distinta ante personas diversas. Nuestro cerebro, que la evolución modeló para sobrevivir, cataloga instantáneamente a un desconocido como “amigo” o “enemigo” dependiendo de si lo considera parte de nuestro grupo o no. Si apenas sabemos de él, muchas veces esto se realiza en base a la raza. En un estudio del 2006 de David Amodio y Patricia Devine, 150 universitarios blancos debían indicar si una palabra mostrada era positiva o negativa. Al mismo tiempo se les enseñaban caras de personas blancas y negras. En este último caso, tardaban mucho menos decidir que una palabra era negativa.
Los experimentos para detectar el racismo subconsciente son complicados. Estos dos mismos autores siguieron trabajando con el mismo grupo, y le dijeron a los sujetos que iban responder junto con un compañero a unas preguntas. El supuesto compañero tenía un nombre más propio de un blanco o de un negro. Los que en el primer test habían mostrado más prejuicios reservaron para su compañero de otra raza las preguntas más fáciles, de deportes y cultura popular. Lo peor es que los tenían que esperar en una sala en la que el hipotético compañero ya había dejado sus cosas, y estas personas mostraban tendencia a sentarse más lejos.
Este tipo de predisposición afectaría al 75% de la población, e incluso hay estudio aterradores que revelan que los médicos dispensan peores tratamientos a personas de otras razas. Parece que la amígdala es la causante de estos fenómenos. Ante una amenaza reacciona causando miedo, y la sociedad nos ha enseñado a tener miedo a determinados grupos étnicos. Sin embargo, se trata de un condicionamiento pequeño que no justifica el racismo, porque cualquiera puede sobreponerse a él y valorar objetivamente las situaciones.
¿Qué opinas de este tema? ¿Te consideras “una poquito racista” ahora, o crees que estos prejuicios inconscientes a ti no te afectan?