Uno piensa que los jueces toman decisiones tras mucho reflexionar y documentarse, pero lo cierto es que no es así. Me parece comprensible en temas tontos como la propiedad del color naranja, pero no cuando el futuro de las personas está en juego. Sin embargo, la justicia dispone de recursos limitados, como leemos en un estudio sobre 8 jueces con experiencia que revisaban peticiones de libertad condicional en Estados Unidos. Debían examinar 35 casos al día, lo que les daba 6 minutos para cada uno. Y la investigación demuestra que sus decisiones no tenían ningún sentido.
Y es que leemos en Randel S. Olson que a primera hora de la mañana se aprobaban muchas solicitudes, pero cada vez menos, hasta llegar la hora del café. Entonces volvía a haber un pico de respuestas positivas, que bajaba según se acercaba la hora de comer. Por la tarde pasaba lo mismo, se empezaba con muchas aprobaciones, que se volvían muy escasas cerca de la hora de irse. El número de libertades condicionales concedidas era en general bajo, sobre un 36%. ¿Son los jueces unos vagos, que pasan de todo cuando se acerca la hora de llenarse el estómago? Tal vez la situación resulte más compleja.
La capacidad de concentración del ser humano tiene límites, y si los superamos se vuelve difícil tomar una decisión de forma correcta. Así que, muchas veces, se elige la “opción por defecto”. Es decir, ante la incapacidad de valorar el caso, se elige la “alternativa segura” de denegarlo. Claro que el estudio se hizo sobre sólo ocho jueces, pero puede resultar muy útil para organizar cualquier trabajo de forma óptima. Parece mentira que el mundo jurídico dé para tantas anécdotas, como las que os contamos respecto a la relación entre las leyes y el mundo sobrenatural. Una cosa está clara: los jueces son personas, y sufran las mismas limitaciones que cualquiera.
¿Qué opinas de esta curiosidad? ¿La tendrás en cuenta si te enfrentas a la justicia, o te parece una tontería?
Imagen | Mark Fischer