¿Alguna vez esperaste despertarte fresco como una rosa tras ocho horas de sueño, y en realidad pasaste un día de lo más desagradable? Solemos considerar que el tiempo que dormimos es el que estamos tumbados en cama (como mucho excluimos lo que tardamos en caer rendidos), pero eso no es tan simple. Hay que tener en cuenta la eficiencia del sueño, que mide el tiempo que descansamos realmente. Este concepto sólo era conocido los médicos especialistas hasta hace poco, pero las pulseras cuantificadoras y las aplicaciones especializadas en el tema lo han hecho popular de pronto.
Como leemos en Vox, no hay una cifra ideal para la eficiencia del sueño, aunque se considera que superar el 85% es bueno. Pero estamos ante una ciencia joven, sobre la que hay mucho que investigar. La eficiencia del sueño sirve, sobre todo, para explicar problemas como una somnolencia excesiva o la dificultad para dormir. En principio, si los cuantificadores nos dan malas cifras, no nos deberíamos preocupar mucho a no ser que notemos algún inconveniente asociado. También debemos revisar si el número varía cuando ocurren cambios en nuestras vidas, ya que quiere decir que nuestra capacidad de descanso se ha modificado.
Si dormimos mal, se puede recurrir a algunos trucos como no mirar a ninguna pantalla una hora antes de ir a cama, mantener horarios fijos para acostarnos, y no beber alcohol ni hacer ejercicio demasiado tarde. Aunque ya hemos visto que algo tan simple como no tener una ventana junto a nuestra mesa en el trabajo puede acarrear trastornos del sueño importantes. Las personas somos seres delicados, y debemos cuidarnos mucho. Eso sí, el tema de la eficiencia del sueño todavía está en pañales, así que mejor no agobiarse con él, y recurrir a un especialista si realmente nos pasa algo que afecte a nuestra vida diaria.
¿Qué opinas del asunto? ¿Te preocupa dormir de la manera debida, o siempre te despiertas lleno de energía y vitalidad?
Imagen | Phalinn Ooi
