No lo sabemos todo sobre el cuerpo humano. Descubrimientos como el realizado por un grupo de investigadores de Zaragoza recuerdan a la especie humana que todavía le queda mucho camino por andar para conocer el funcionamiento de su propio cuerpo. Y es que, ahora, un simple vistazo al estado del nervio óptico puede ayudar a diagnosticar y a aventurar el estado y evolución de la esquizofrenia.
Esta patología es una de las enfermedades mentales más graves. A menudo se caracteriza, según explica la Asociación Mundial para la Esquizofrenia y Trastornos Relacionados, por una conducta anómala y una percepción distorsionada de la realidad. La esquizofrenia causa alteraciones en el funcionamiento psíquico del individuo y una desorganización neuropsicológica, que desemboca en la dificultad para mantener conductas dirigidas a una meta concreta y una disfunción social.
El diagnóstico actual se basa en el análisis de los síntomas y manifestaciones clínicas. Creencias falsas, pensamientos confusos, alucinaciones, inactividad e incluso reducción de las actividades tanto físicas como mentales encarnan una sintomatología que alerta de la presencia de esta patología. No obstante, la diversidad de síntomas y la confusión entre los mismos pueden llevar a confundir la esquizofrenia con otro tipo de trastorno psicológico.
Un análisis óptico que facilita el diagnóstico
Por primera vez el diagnóstico de la esquizofrenia puede basarse en algo tangible y objetivo, y no solo en síntomas confusos. Investigadores de la Universidad de Zaragoza, del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón y de los Servicios de Oftalmología y de Psiquiatría del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de la misma comunidad, han encontrado una relación entre el estado del nervio óptico y la esquizofrenia.
El método se basa en una técnica de neuroimagen, más conocida como “ventana al cerebro”, a través de la cual se analiza el estado de las fibras de la retina y el nervio óptico, un reflejo del estado del sistema nervioso central del paciente. El estudio, que ha sido publicado en Psychiatry Research, demuestra que después de un episodio reciente de esquizofrenia se produce una inflamación de nervio. Por el contrario, cuando no hay un episodio crítico, sino que hay una evolución de la enfermedad, las fibras de las retinas adelgazan considerablemente. Esto indica que existe una neurodegeneración y que la patología ya viene desarrollándose desde hace tiempo.
Gracias a este análisis pueden descubrirse biomarcadores de la enfermedad que permitan un seguimiento fiel de la misma. Ante un trastorno psicológico de este tipo, conocer en qué estado se encuentra la esquizofrenia puede ser crucial para ayudar a combatirla con los métodos apropiados y asegurar el máximo bienestar del paciente.