A veces vemos determinados productos tecnológicos y nos sentimos un tanto desilusionados, porque han entrado en una fase de madurez, en la que ya no tienen demasiado sentido los avances. Por ejemplo, los smartphones se han vuelto rápidos, cuentan con amplias pantallas muy nítidas, y ofrecen cámaras de gran calidad. O los portátiles, que en general satisfacen las necesidades del usuario medio por cifras bastante asequibles. Quitando el complicado tema de las baterías, no solemos pedir “más” a un smartphone o portátil: no queremos más resolución, diagonal de pantalla o velocidad de procesador, excepto que pertenezcamos al grupo de los usuarios entusiastas.
En mi opinión, esto no se aplica a un producto tan antiguo y popular como los televisores. Puede que haya consumidores que vayan a una tienda y se lleven el primer modelo de 300 euros que vean, pero yo creo que este segmento tiene mucho que avanzar. En los televisores actuales “más” sí que significa “mejor”, y deberíamos mantenernos expectantes respecto a los avances de la tecnología. Vamos a ver qué es lo que tiene que cambiar:
Más grande, ¡por favor!
¿Por qué vamos al cine? Entre otros motivos, porque disfrutamos de una enorme pantalla en la que ver las películas. Por eso, cuando me aconsejan de qué tamaño comprar un televisor, suelo contestar siempre lo mismo: lo máximo que alcance tu pared o tu presupuesto. Claro que yo soy uno de esos aficionados a las “primeras filas”, me gusta ponerme muy cerca de la pantalla, porque ayuda a la inmersión y vuelve los contenidos más espectaculares.
Por eso mismo, cuando miro televisores, me da un poco de pena ver cómo los modelos de alrededor de los 55 pulgadas siguen siendo muy caros, los de 70 resultan absolutamente prohibitivos y todo lo que pase de allí queda reservado a los multimillonarios. A día de hoy un televisor de 32 o 40 pulgadas se ha vuelto asequible, ahora el reto se encuentra en las diagonales mayores. Me parece un claro ejemplo de que “más” es “mejor”: por ahora no creo que represente un problema la posibilidad de comprar un televisor demasiado grande, a no ser que tengas un salón realmente pequeño.
El 4K no es el límite
En el momento en el que el Full HD o 1080p estuvo más de moda se llegó a decir que no tenía sentido más resolución: a una distancia de visionado razonable, apenas íbamos a apreciar los píxeles extra. No soy un experto en el funcionamiento del ojo humano, pero si tienes dudas a la hora de comprar, echa un vistazo a una tele 1080p y a una 4K a una cierta distancia y notarás una mejora de la nitidez importante. Si además vas a adquirir un televisor de gran diagonal y te gusta sentarte cerca como a mí, el 4K se vuelve imprescindible para que los píxeles se disimulen. Aunque, claro, ya sabemos que la cantidad de material disponible en 4K resulta muy escaso.
Hace unos meses oímos rumores de que se acercaban los primeros televisores con resolución 8K. Puede parecer algo prematuro, pero no debemos descartar que esta resolución extrema también aporte mejoras en diagonales enormes, o para conseguir mostrar un efecto 3D sin gafas. Lo que está claro es que el actual 1080p no se trata del límite, y debemos esperar que vaya quedando en el olvido con el paso de los años.
Paneles, audio, sistema operativo…
La calidad de imagen de los televisores actuales resulta alta, pero lo cierto es que podría mejorar con paneles OLED, una tecnología que apenas se ve en estos productos, pero muy prometedora. El audio, por su parte, representa el punto débil de la mayoría de los televisores actuales. Los fabricantes se empeñan en hacerlos delgados y el sonido se resiente, así de paso nos obligan a comprar una barra de sonido a los que nos preocupa un poco el tema.
Por otro lado, los televisores inteligentes apenas empiezan a despuntar, y lo hacen a un ritmo lento. Sus sistemas operativos están en pañales, marcas como LG y Samsung usan soluciones propietarias, y Android TV no parece que vaya a ningún lado por ahora. Considero evidente que hacen falta muchos avances en este campo, tanto en el software como en los chips que hacen posible la experiencia. De nuevo, necesitamos “más”, a pesar de que muchos usuarios no son conscientes de las limitaciones de sus televisores.
Mucho por evolucionar
Al final, un invento tan antiguo como el televisor tiene una enorme necesidad de ponerse al día. Ya vemos que los aspectos técnicos requieren mejoras en todos los casos: pantallas más grandes, mejores resoluciones y procesadores más potentes. Durante mucho tiempo, los contenidos han sido la clave del televisor, y nos hemos olvidado de que la parte técnica también importa. Pero las marcas quieren vendernos televisores, y que los renovemos cada poco tiempo. No se conforman con que compremos uno cada quince años, esperan adoptar un ritmo acelerado, más propio de dispositivos como los smartphones.
Así que está claro que los fabricantes nos van a ofrecer todo lo que pidamos, ya sea televisores enormes, ultranítidos o con mejores sistemas operativos. En este caso parece que “más” es “mejor”, y que los usuarios nos vamos a beneficiar de la evolución del sector en los próximos años.
¿Qué opinas tú de este tema? ¿Realmente crees que los televisores deben mejorar de forma dramática a medio plazo, o consideras que estamos en un momento en el que los usuarios se encuentran satisfechos con lo que hay en el mercado?