Cierra la visera de su casco espacial después de darle un beso a su hijo. Empieza un nuevo día en tierras desconocidas y, aunque ha sido difícil el proceso de adaptación, ese paisaje desolador es a la vez la principal razón para seguir adelante. Cierra la puerta a sus espaldas y se asegura de que queda totalmente sellada. Un solo error podría salirle demasiado caro. Se mira los pies antes de dar el primer paso. Sin quererlo, una oleada de emoción le recorre el cuerpo. Por un segundo siente algo parecido a lo que Neil Armstrong experimentó tantos años atrás. Pero él tiene más suerte. Su viaje durará mucho más. Él vive en la Luna.
Quizá queden todavía unos cuantos años para que el ser humano de este paso, para algunos científicos el más lógico en la evolución, pero es un proyecto que lleva en marcha desde el 2012. Y es que el estudio londinense de arquitectura Foster+Partners, con el apoyo y la colaboración de la ESA (Agencia Espacial Internacional), está analizando la posibilidad de construir viviendas en el satélite de la Tierra basándose en la tecnología que ofrece la impresión en 3D.
Partiendo de la efectividad de esta herramienta, que ya ha sido empleada para construir inmuebles y otros objetos en el planeta Tierra, el proyecto pretende hacer posible que la especie humana viva en el cráter Shackleton, un lugar al que siempre llega la luz solar. Las viviendas diseñadas por Foster+Partners (para un máximo de cuatro personas) cuentan con una estructura resistente a los avatares climatológicos a los que está expuesto el satélite, así como a la caída de posibles meteoritos y a los rayos gamma que viajan por el espacio. Así pues, el futuro hogar del ser humano será una cápsula segura que subsanará el problema derivado de la ausencia de atmósfera en la Luna.
La estructura de las viviendas utiliza tubos modulares en la base y cúpulas inflables y maleables, capaces de adoptar cualquier forma. El material con el que se construirán será, principalmente, el regolito. Este se encuentra en la superficie lunar y está compuesto por calcio, aluminio, acero, silicio y óxido de magnesio. Al emplear una sustancia presente de manera abundante en el satélite de la Tierra se evitarían los problemas logísticos que conlleva trasladar tal cantidad de material a 384.400 kilómetros de distancia.
Uno de los principales socios y especialista de Foster+Partners, Xavier De Kestelier, ha hecho público que:
Desde el estudio de arquitectura solemos diseñar viviendas para climas muy extremos en nuestro planeta. Nuestra residencia lunar va en la misma línea y sigue una lógica similar. El proceso de diseño está siendo fascinante y único. Es una gran aventura.
Pero esta aventura no está al alcance de cualquiera. Viajar a la luna, según hizo público la empresa Golder Spike, formada por profesionales de la NASA, costaría para dos personas aproximadamente 1.160 millones de euros. Mejor vamos ahorrando, ¿no?