Quizá el formato tecnológico definitivo sea el ordenador portátil, en el que podemos realizar cualquier tarea tanto fuera como dentro de casa: leer el correo, mirar un vídeo, escribir un documento, jugar o diseñar un edificio. Sin embargo, nadie se imagina llevar un portátil a todas partes en una bandolera pudiendo recurrir a un smartphone, y a los fans de los sobremesa nos nos suelen gustar las pantallas pequeñas, los teclados con poco recorrido y la falta de potencia de los portátiles.
La comodidad, más que la verdadera necesidad, ha sido la que ha provocado que apareciesen nuevos dispositivos: reproductores de MP3, smartwatches, libros electrónicos… ¡y tablets! Quizá las tabletas representen el más claro ejemplo de un aparato que no necesitamos un realidad, pero que nos resulta muy atractivo y práctico. Así que en este artículo vamos a analizar para qué sirve una tablet, qué limitaciones tienen y cómo está evolucionando el formato. Empieza nuestro recorrido:
¿Qué puedes hacer en una tablet?
Los usos de estos equipos no son siempre los más avanzados que podamos imaginar. Son ideales para mirar un rato el Facebook tirado en el sofá después del trabajo, jugar al Candy Crush en el baño o ver una serie metido en cama antes de dormir. Es decir, que resultan perfectos para consumir contenidos de forma cómoda. Pero, realmente, no hay nada que se pueda hacer en una tablet que esté fuera del alcance de los demás dispositivos tecnológicos.
Sin embargo, hay que reconocer que para consumir contenidos son idóneos, y que superan a cualquier otro competidor. Se tratan de aparatos casi tan personales y cercanos como los smartphones, pero su mayor tamaño los vuelve más cómodos para el hogar, y también para los exteriores en casos como viajes o tareas que requieran mostrar algún contenido. Una tablet es un navegador de Internet, una consola, un reproductor de vídeo, un libro… Si queremos entretenimiento, encontraremos todo lo que necesitemos.
¿Para qué no sirve una tablet?
En general, para todo lo que sea productividad y trabajo. En primer lugar, porque escribir en una pantalla táctil resulta complicado (y eso deja fuera a los que chateen mucho). En segundo lugar, porque Android e iOS no son aptos para determinadas tareas profesionales. Windows 10 sí que lo es, pero deberíamos debatir si realmente las aplicaciones de escritorio tradicional se pueden considerar adecuadas para un uso con los dedos. Así que está claro que no nos encontramos con un dispositivo idóneo para llevar a la oficina, aunque sólo sea porque las pantallas de las tablets resultan pequeñas.
De todas formas, no debemos ser estrictos. Como hemos visto, alguien aficionado al chat no puede usar una tableta para su ocio, pero determinados trabajadores sí encontrarán estos aparatos útiles. Por ejemplo, pueden volverse cómodos para un comercial que va enseñando fotos, vídeos y catálogo de un lado a otro, o para un empleado que se dedica a recoger pedidos. Lo que está claro es que no se tratan de la mejor alternativa para ofimática, ni para diseño gráfico o ingeniería.
El caso de las tablets híbridas
Sin embargo, ahora mismo están muy de moda los dispositivos que se encuentran a medio camino entre la tablet y el ordenador portátil. Hablamos de modelos como el nuevo iPad Pro de Apple o bien la reciente Microsoft Surface Pro 4, de la familia de dispositivos que acuñó el concepto. Sus pantallas superan las 10 pulgadas máximas habituales en otras tabletas, incorporan un buen teclado e incluso suelen traer un lápiz táctil. Se trata de un formato que ha hecho que muchos dispositivos Windows imiten la idea de la Surface.
Con estos aparatos sí que podemos trabajar de forma cómoda, aunque eso compromete el consumo de contenidos. 12 o 13 pulgadas pueden estar bien para ver un vídeo, pero no para navegar por Internet con el aparato en la mano ni para jugar. De todas formas, representan un punto medio entre la tableta tradicional y el portátil. Pero, personalmente, yo prefiero tener un iPad mini para el ocio y un portátil Windows para trabajar, y usar en cada momento el aparato que más apropiado resulte.
Un formato en decadencia
Lo cierto es que ya hemos visto que las tablets van mal en ventas cuando analizamos el caso de los iPad. Trimestre tras trimestre las cifras bajan, y eso tiene una explicación: todo el mundo que quiere una ya la ha comprado, y la mayoría de los usuarios las usan bastantes años antes de renovarlas. El problema es el que plantea el título: ¿para qué renovar algo que resulta prescindible? Así que este mercado se acerca a una época de madurez en la que poco a poco irá pasando a un segundo plano.
Por lo tanto, parece que el formato va vivir malos momentos. La verdad es que yo estoy encantado con mi tablet, me resulta muy cómoda y la uso a diario. Pero fue un dispositivo que tardé muchísimo tiempo en comprar porque no lo veía muy necesario, y que no me planteo renovar en breve. Me parece una especie de capricho, de hecho la adquirí un poco por impulso, y no lo hubiera hecho de necesitar cualquier otra cosa en ese momento. Así que está claro que las tablets son versátiles y cómodas, pero prescindibles, un dilema que puede hacer que pasen de moda en poco tiempo.
¿Qué opinas tú de este tema? ¿Tu tableta te resulta casi imprescindible en el día a día, o realmente crees que se trata de un accesorio poco relevante?