O como no quedarte sin batería en ningún momento de la noche mientras estés en movimiento, por poner un ejemplo. ¿Qué quiere decir el título de este artículo? Lo que quiere decir es que es posible que en el día de mañana podamos generar nuestra propia electricidad mientras caminamos, una práctica tan simple y saludable, y de forma gratuita y para nuestro propio consumo.
¿De dónde sale ésta tecnología?
Todo empieza en Kickstarter, donde una empresa llamada Pavegen nació con una idea: crear unas baldosas inteligentes que pudieran instalarse en la calle, en la acera, y que funcionaran de tal forma que cuando un transeúnte pasara por encima de la misma y ejerciese presión con su pisada esta, de alguna forma, generara corriente eléctrica que se pudiese, o bien almacenar, o bien emplear de forma directa en el alumbrado público, por ejemplo.
Este proceso puede parecer difícil de entender, pero se basa en un proceso físico relativamente sencillo: el cristal sobre el que pisas y ejerces presión sufre lo que se conoce como efecto piezoeléctrico, y solo algunos cristales lo llegan a experimentar, y que consiste en la polarización eléctrica que adquiere la masa del mismo al ser sometida a una tensión mecánica de compresión; lo que genera una diferencia de potencial y cargas eléctricas sobre su superficie. En otras palabras, que al someterlos a presión se cargan de energía eléctrica. Al comprimir éstas baldosas sufren un hundimiento de 5 milímetros que genera entre 7 y 12 voltios de media.
Esta tecnología es aquello por donde empezaron a trabajar en esta empresa, pero no es más que la introducción de aquello de lo que estamos hablando hoy.
Cambiándolo de sitio y motivando a caminar
La idea actual de Pavegen y en la que están trabajando es la de llevar ésta misma tecnología a la suela de nuestro zapato, para no depender de pasar por medio metro cuadrado de suelo en concreto si queremos generar energía con nuestro caminar. El fundador de Pavegen, Laurence Kemball-Cook, ya está estableciendo contacto con marcas convencionales de calzado deportivo, como pueden ser Reebok o Nike, para estudiar si sería viable la inclusión de ésta tecnología en la suela de nuestros zapatos.
Sin embargo, esto tiene algunos problemas que aún están por resolver. Para empezar, la tecnología de Pavegen ha de ser miniaturizada para que quepa en la suela del zapato, y además de eso aligerada de peso, ya que se da por hecho que un zapato es una prenda que debe tener cierto nivel de comodidad y ligereza para poder llevarlo puesto en el pie. Por otra parte, otra cosa que sería interesante sería que llegase a detectar la intensidad con la que el usuario está pisando, así como la frecuencia, para distinguir entre cuando está corriendo o cuando está andando, y todo esto a su vez debe confluir con un producto fabricable en cuestiones de tamaño y coste del mismo.
Son muchos los factores que deben pulirse aún, incluido el de decidir cómo se enviará la energía del zapato al dispositivo que la reciba, que lo dejan en el aire por el momento. Sin embargo, si hay dos cosas muy buenas con esto son, por un parte, que da a la gente un motivo para caminar más –aunque según el punto de vista pueda resultar un poco triste el motivo en sí–, y por otra parte es interesante ver como cada vez surgen más compañías que intentan paliar el problema de la energía usando al propio ser humano como generador para la misma, como también pasó hace unos meses con el Green Gym del que hablamos.