En el mercado de smartphones nos encontramos con que los fabricantes entran en una “lucha de tamaños”, en ver quién tiene el número más alto. Me refiero a las especificaciones, claro está, y en la batalla por tener más de todo –núcleos, gigabytes, hercios…– que la competencia, cuando no solo esto es absurdo, si no contraproducente para el consumidor.
¿Por qué absurdo? Pues porque por todos es bien sabido que un buen trabajo de optimización de software es más que suficiente para que el sistema vaya fluido sin necesidad de tener una maquinaria excesivamente potente. Esto se consigue en iOS, que es un sistema a medida con los iPhone, y no se consigue en Android, que es uno solo para miles de dispositivos, aunque sí es cierto que las marcas hacen sus retoques, supuestamente buscando esa fluidez.
¿Por qué digo que es contraproducente para el consumidor? Debido a que, si la batalla se centra en hacer procesadores que corran más, memorias RAM que tengan mayor capacidad, y cámaras que tengan más megapíxeles ahí, a lo bruto, sin tomarse el tiempo de encajar las piezas de la mejor forma posible, el desarrollo no solo no está completo, si no que encima no se está centrando en cosas que realmente son desarrollo, si no es hacer a la bestia más grande y no necesariamente mejor.
LG sí ha hecho una apuesta firme e interesante
A lo que voy con todo lo mencionado arriba es que hace falta que las grandes empresas de telefonía móvil se arriesguen haciendo cosas nuevas, porque al fin y al cabo son las que tienen el testigo más pesado en esta carrera, porque, ¿qué ocurre si una marca secundaria hace una innovación como la presentada ayer por LG? Que queda en eso, una excentridad que ha presentado “tal marca” en un desesperado intento por sacar la cabeza en el mercado y destacar sobre las demás marcas secundarias, y con suerte subirse al carro de las principales, por eso son las grandes marcas las que tienen la responsabilidad de innovar.
En cambio, al ser LG, un grande, el que se atreve con algo así, no solo lo va a hacer presumiblemente mejor –tiene mayor capacidad de producción– si no que además el grueso de consumidores lo va a percibir como un nuevo rumbo en la telefonía y no como un intento de llamar la atención. Pensemos en que este es el LG G5, el buque insignia, nada de una línea nueva de modelos que tontean con la modularidad, no, no, es el mayor de los mayores. Con lo cual podemos dar por hecho que LG se ha tomado y se va a tomar muy en serio el tema de la modularidad en sus teléfonos.
Personalmente me parece que el LG G5 es justo lo que hacía falta en el grupo de buques insignia de las grandes marcas, uno que realmente marcase la diferencia con su antecesor, que innovase, que abriese las puertas a nuevos caminos en la telefonía móvil, y no solo se limitase a mejorar lo que ya hacía muy bien en la temporada pasada –que también es imprescindible que lo haga, cuidado–.
El Galaxy S7 de Samsung está muy bien, está genial de hecho, promete corregir todos los fallos que se cometieron con el S6, y eso es fantástico, pero a mí en lo que llevamos de Mobile el que me ha robado el corazón ha sido LG lanzándose a la piscina, tenía que confesároslo. A nivel subjetivo opino que han dado un paso importante y que puede que este defina una nueva tendencia en el mercado de los smartphones.
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¿Tú qué opinas? ¿Piensas que LG ha acertado o se va a dar un planchazo contra el agua? Coméntamelo aquí o en Discoosion