Hace algunos días, concretamente desde el 17 hasta el 20 de octubre, tuvo lugar el Hábitat III en Quito, la conferencia mundial organizada por la ONU en la que se debatió sobre el futuro de las ciudades. En esta conferencia, que tiene lugar cada 20 años, se ha presentado la Nueva Agenda Urbana que servirá de guía a las urbes de todo el planeta para afrontar los problemas derivados del urbanismo. Pero, ¿en qué consiste?
Se acabaron las ciudades dispersas o urban sprawl
La falta de densidad en las ciudades acarrea una gran cantidad de problemas:
Aumento del coste de las infraestructuras al tener que abastecer una mayor superficie.
Incremento de la contaminación ya que la mayoría de desplazamientos se realiza con transporte privado.
La dispersión también aumenta la segregación entre diferentes grupos humanos o escalas sociales, hasta el punto de poder aumentar la delincuencia.
Ciudades menos contaminantes y más saludables
Resulta impactante, como podemos leer en El País, que pese a ocupar el 2% de la superficie global, las ciudades producen más del 70% de los gases de efecto invernadero. Y la mayoría de estos gases están relacionados con el transporte, un 70% aproximadamente. Reducir el protagonismo del vehículo privado, los coches, y potenciar el uso de la bicicleta y el transporte público está en las manos de los gobiernos y administraciones locales.
Reducir estos contaminantes tiene un impacto muy positivo en la salud de los ciudadanos. Según datos de la OMS, la contaminación genera 1,3 millones de muertes cada año.
Recuperación del espacio público
Ya está bien de ciudades diseñadas para los coches. Es hora de que los ciudadanos recuperemos las calles y las plazas. Así, se tienen que diseñar espacios seguros y accesibles que permitan el desarrollo de las personas, tanto social como culturalmente.
Ciudades para todos y en contra de las desigualdades
Las ciudades del futuro tienen que acabar con la pobreza y con las desigualdades sociales. No podemos desarrollarnos como seres humanos si sigue existiendo exclusión, discriminación de sexo, lengua, nacionalidad o barreras físicas a las personas de movilidad reducida o visual.
Uno de los objetivos principales es acabar con los asentamientos informales que vulneran el derecho de las personas a una ciudad digna.
Valentía por parte de los gobiernos y ayuntamientos
Los gobiernos tienen que ser los garantes de un cambio global. Son ellos los que tienen que tomar la iniciativa y ayudar a las administraciones locales a afrontar los problemas de las personas.
Hábitat III ha tenido cosas buenas y aspectos no tan positivos: destaca la gran participación de asociaciones, administraciones, científicos y población en general que se preocupa por el futuro de sus ciudades. Personas que exigen una mayor valentía a sus gobiernos para llevar a cabo medidas más rompedoras y necesarias. Sin embargo, ha faltado una mayor voluntad por acabar con el protagonismo del coche, y también un mayor compromiso con el medio ambiente.
Ahora la pelota está en el tejado de los gobiernos, que deben guiarse en estas medidas e iluminar a su población hacia un futuro urbano sostenible y humano.