Es probable que en algún momento de nuestras vida hayamos conocido a alguna persona a quien más que molestarle, le altera el sonido que otro realiza mientras como o respira. O incluso nosotros seamos esa persona; esta condición se conoce como misophonia y tiene una explicación científica.
La misophonia es un rara condición que hace que algunas personas sean sensibles a este tipo de sonidos específicos, debido a que sus cerebros están conectados de una forma diferente. Fue determinada como una anomalía cerebral en 2001.
Científicos descubren origen de la misophonia
De acuerdo con un estudio publicado esta semana en la revista Current Biology, los científicos escanearon los cerebros de 20 personas con misophonia y 22 sin esa condición. Según los resultados, todos los participantes escucharon sonidos desagradables, como gritos, sonidos neutrales como la lluvia, y lo que la gente consideraba sus sonidos “desencadenantes”, como ciertos sonidos de comer o respirar. Nadie disfrutaba de los molestos sonidos. Pero cuando las personas con misophonia escucharon sus ruidos de gatillo, empezaron a sudar y sus ritmos cardíacos subieron.
Después de evaluar las exploraciones cerebrales, los investigadores vieron que el cableado entre las diferentes regiones del cerebro es diferente en las personas que reaccionan más alteradas. Una región de nuestro cerebro llamada corteza insular anterior influye en lo que prestamos atención; para las personas con misophonia, esa región se activa con más fuerza al escuchar los sonidos de activación y hace que los criterios de activación se conecten con otras regiones, reforzando la respuesta extrema.
La misophonia se considera una condición es bastante rara, pero saber más acerca de cómo el cerebro crea esta respuesta emocional podría ayudar a desarrollar mejores tratamientos para su anomalía.
Ahora queda claro que no se trata de un capricho de quienes no toleran el sonido de sorber, masticar o respirar…
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